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La única manera de lograrlo (lo que sea que quieras) es perdonarte

Ser capaces de poner en valor nuestros sentimientos y decidir perdonarnos por el dolor que pudimos haber generado implica ser capaces de gestionar nuestro futuro de una forma diferente.

La semana pasada, en una sesión de coaching con el Gerente General de una empresa de seguros (a quien llamaremos Francisco), me comentaba sobre una situación que lo había dejado devastado. Había decidido (sí, digo “había decidido”, y no “tuvo que”) desvincular al Gerente de Operaciones, un hombre leal que tenía casi 8 años en la empresa, pero que no cumplía con las competencias requeridas para el puesto y se oponía duramente a la nueva gestión. Fue esta conversación, y mi propia historia, la que me llevan a compartir este post.

Soy una convencida de que las emociones tienen un poder contributivo muy valioso en nuestro crecimiento. De hecho, la culpa (emoción social y secundaria), le permitió a Francisco detenerse para cuestionar por su accionar y buscar nuevas formas de gestionar su emoción y la del equipo involucrado, de forma que puedan vivir mejor su presente y construir el futuro.

Ser capaces de poner en valor nuestros sentimientos y decidir perdonarnos por el dolor que pudimos haber generado, implica ser capaces de gestionar nuestro futuro de una forma diferente.
Ser capaces de poner en valor nuestros sentimientos y decidir perdonarnos por el dolor que pudimos haber generado, implica ser capaces de gestionar nuestro futuro de una forma diferente. | Fuente: Freeimages

Esconder o justificar la culpa es un problema real ya que, a diferencia de la culpa descrita en el párrafo anterior, en la que Francisco fue capaz de redirigir sus esfuerzos para llevar su gestión a un siguiente nivel, la culpa no reconocida o justificada es un freno que acarrea grandes complicaciones en nuestras interacciones futuras. 

Por ejemplo, se me ocurren dos opciones que pudieran haber surgido de la situación vivida por Francisco: por un lado, él hubiera podido racionalizar su decisión y explicarla como correcta y necesaria. Por el otro, hubiera podido omitir este tema en la sesión y guardarlo como una carga propia de la decisión. Sin embargo, fue lo que decidió trabajar ese día con la pregunta: ¿Por qué me siento culpable si fue una decisión correcta y bien pensada?

Ser capaces de poner en valor nuestros sentimientos y decidir perdonarnos por el dolor que pudimos haber generado implica ser capaces de gestionar nuestro futuro de una forma diferente.  Sin embargo, cuando se habla de resultados, indicadores y productividad no hay nada que rectificar; se logran o no se logran.

En el trabajo diario, la culpa no es como un cuadro torcido que se puede enderezar con un movimiento. La jornada laboral y el crecimiento profesional son un flujo continuo, en el que cada momento es un punto que compone la larga línea y es imposible identificar cómo cada punto construye nuestra gestión diaria, nuestra semana, nuestro año y en general nuestra imagen y vida profesional. En este continuo no podemos volver y empezar de cero, ya que siempre hay más trabajo que realizar, nuevos indicadores de cumplir, y nuevas conversaciones y reuniones que atender.

La única forma de aprender, avanzar y hacer de este ejercicio mental una constante para continuar avanzando más allá de lo que pase, es perdonarte implacablemente para poder aprender. No siempre podrás hacerlo de manera inmediata, pero intenta hacerlo de todos modos.

Es importante entender que perdonarte a ti mismo no significa hacer las cosas sin miramientos. No es una excusa para lastimarnos o desentendernos de nuestra responsabilidad. Tampoco es una garantía de éxito, pero no hacerlo es una garantía de fracaso. Sin perdón no aprendes, ya que el arrepentimiento es el camino previo para la reflexión y el aprendizaje; un punto más en tu línea que deberá ser seguido de acciones diferentes o correctivas.

No se trata de encontrar el camino más directo al éxito. Ni el más sencillo o el más cálido. Es cuestión de encontrar uno, solo uno que nos permita llegar a donde queremos de manera coherente. Pero para ello debemos dejar ir antiguas creencias de culpa y expectativas imposibles. Cuando decidimos perdonarnos, todo cambia; no hay terceros ni culpables. Estamos solos y por lo tanto es un proceso de diálogo interno con nuestra alma. Cuando llega el momento y sintamos la culpa llamando en nuestra cabeza, debemos abrazarla para darnos la oportunidad de aprender y ser mejores personas y líderes: “ya está hecho, ¿qué debo aprender de esta situación?, ¿cómo puedo hacer para salir adelante?, ¿qué debo cambiar?”, y una vez respondidas estas preguntas, estar dispuesto a declarar en voz alta: “me perdono, soy humano e imperfecto y puedo ser mejor.”

Tenemos la responsabilidad de darnos la licencia de fallar y fallarnos. Además, debemos reconocer que tenemos temores e inseguridades y muchas responsabilidades que modificarán nuestros planes. Aprender de la experiencia es nuestro principal desafío para ser capaces de reconocer las emociones que ella conlleva, y convivir con ellas para marcar el siguiente punto de nuestra línea de vida con el color que queramos ponerle; e incluso, tal vez, empezando un giro hacia otra dirección. No bueno ni malo, simplemente diferente.

Es nuestro desafío y responsabilidad ser más amables con nosotros mismos. Tal vez podríamos empezar a actuar más de acuerdo con la canción de Shinoda “Crossing a Line”: “Te dirán que ya no me importa. Espero que sepas que es mentira. Pasa que he encontrado lo que esperaba. Pero llegar ahí significa cruzar una línea, así que voy a cruzar la línea.” Perdonarnos para crecer y caminar en coherencia nuestro camino hacia ser los líderes de nuestras propias vidas.

 

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.
Claudia Draghi

Claudia Draghi Coach ejecutiva y de equipos

Docente de Pacífico Business School. Business & Team Coach (ICC, Londres). Administradora y consultora en liderazgo, servicio y procesos de transformación cultural.

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