Este es, tal vez, uno de los artículos más complicados que me toca escribir pues, esta vez no puedo hablar de algún cliente, sino de mi propio proceso en este aislamiento social.
Empiezo entonces por citar una frase de Viktor Frankl que me ha permitido conectar con mi esencia aún en los momentos más tristes de mi propio proceso: “Las fuerzas que escapan a tu control pueden quitarte todo lo que posees excepto una cosa: tu libertad de elegir cómo vas a responder ante una situación.”
Hace más de 15 años que vivo en el mismo departamento, ubicado en una calle bastante tranquila y en un edificio con poco movimiento. Si bien ha habido algunos incidentes o altercados en estos años, tengo que reconocer que han sido pocos y breves. Sin embargo, en este corto tiempo de permanecer en casa 24 x 7, he tenido la desgracia de escuchar tres incidentes de abuso doméstico que me han tocado el alma. Lo natural es justificar estos hechos, pues la presión a la que estamos expuestos sobrepasa cualquier contexto imaginado. Sin embargo, yo no creo que una situación defina a una persona. Creo de verdad que solo la muestra y la expone tal como es.
Todos estamos preocupados por la situación económica; todos tenemos un familiar a quien extrañar, todos queremos abrazar a los amigos, pisar la arena y escuchar el mar. Esa es una realidad innegable que no podemos evitar. Sin embargo, vivimos pegados a la realidad externa (redes sociales, televisión, prensa, etc.), a pesar de que la Sociedad Británica de Psicología en su conferencia de 2015, mostró una investigación en la que se demostró que quienes se mantuvieron expuestos a sucesos noticiosos inquietantes durante y después de la crisis del 11 de septiembre reportaron síntomas de trastorno de estrés postraumático.
Cuando comprendí esto, decidí alejarme del quehacer noticioso y reducir la información que adquiero pues siento que mi real responsabilidad está distribuida en mi departamento, en la familia que no está conmigo, en mi equipo de la oficina, en mis alumnos con quienes reconecto en las clases virtuales, y en mis clientes a quienes hoy no puedo ver. Y es en este proceso de reenfoque que empiezan a surgir nuevas formas de vincularnos, nuevas estrategias y conversaciones. Dejo de ser la víctima de esta situación para hacerme cargo de mi pedacito de mundo.
Yo tengo casi 50 años; no estudié la época del terrorismo en Perú pues la viví de primera mano. Mi hija pronto empezará a estudiarla y me tocará contarle lo que me tocó vivir en aquella época. Hoy, tengo la responsabilidad de construir en ella los recuerdos con lo que quiero que salga de esta situación, para que cuando cuente su proceso, lo haga desde el aprendizaje surgido desde el amor que acompañó esta dura situación. He de reconocer que no me resulta fácil, pues yo también tengo miedo y la incertidumbre nunca ha sido mi mejor amiga (mis amigos se ríen pues programo los viajes y salidas con mucha anticipación), así que estoy aquí, más vulnerable que nunca y reconociendo que todo lo que funcionó y aprendí antes del domingo 15 de marzo de 2020, hoy carece de sentido y no tengo idea de cuál será el nuevo orden que surgirá cuando volvamos a salir.
Viktor Frankl fue un sobreviviente de los campos de concentración nazis. La situación que vivimos, por más dura que sea, difícilmente se compara con lo que vivió, por lo que su trabajo me sirve estos días para encontrar formas para reinventarme y conectar con mi sentido de propósito. Para ello, solo me queda apoyarme firmemente en mi decisión de querer ser una mejor persona y buscar aprendizajes y oportunidades de cada situación. No tengo idea cuándo ni cómo termine esta crisis de salud, pero he decidido que saldré fortalecida, con nuevas habilidades y con una familia más unida. Pero esta certeza sólo podrá ocurrir como producto de la respuesta: ¿Quién quiero ser? y ¿Estoy siendo la persona que quiero ser?
Para cerrar este post, me gustaría citar una parte del poema de Mario Benedetti: “Cuando la tormenta pase, todo será un milagro, y todo será un legado. Cuando la tormenta pase, te pido Dios que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado”.
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