El Perú es un país propenso a sufrir los embates de la naturaleza. Todavía están en el recuerdo los daños sufridos dos veranos atrás por el Fenómeno del Niño, que ocasionó pérdidas materiales de 3,500 millones de dólares norteamericanos aproximadamente (se destruyeron carreteras, viviendas, puentes y canales de riego). Esto sin considerar la terrible pérdida de vidas humanas.
Esta situación evidenció los principales problemas que tuvo el Gobierno para atender a los damnificados y su relación con lo que significa una cadena de abastecimiento eficiente en circunstancias excepcionales (como lo son los desastres naturales). En este tipo de situaciones de emergencia se observan varias semejanzas con una cadena de abastecimiento durante una conflagración bélica. No obstante, los enemigos en este caso son los desastres naturales, y la prioridad es brindar ayuda efectiva y rápida a los damnificados.
Por lo tanto, es importante realizar una breve descripción de una cadena de abastecimiento en época de conflicto, según varios expertos militares. Esta se subdivide en tres partes: la primera, muy rápida, pero de bajo volumen, traslada mercancías como agua, alimento, medicina y ropa; la segunda transporta componentes fundamentales –como sistemas de armas–, que necesitan actividades de mantenimiento y reparación durante un período prolongado; y la tercera es la cadena de despliegue, donde las Fuerzas Armadas deben trasladar importantes cantidades de material y tropas en un corto período de tiempo, bajo condiciones difíciles.
Entonces, ¿qué debe hacer el Estado en estos casos? Primero, llegar a los puntos de emergencia rápidamente en una situación donde la mayoría de carreteras ha colapsado. Para lograr esto solo queda hacer puentes aéreos hacia los principales puntos de emergencia, con dos servicios en paralelo: personas y bienes de primera necesidad. Luego, en las siguientes dos etapas, llevar equipos de emergencia como hospitales de campaña, equipos de purificación de agua, sistemas de habitación temporal, maquinaria pesada y puentes armables metálicos. Para estas etapas, lo ideal sería habilitar el cabotaje de manera continua y permanente; todo esto con un trabajo en paralelo para abrir pases terrestres en las carreteras.
Las emergencias deben resolverse rápido y con seguridad, pero ningún esfuerzo va a resultar sin la planificación previa y con una sola línea de mando (recurriendo nuevamente a conceptos militares). Finalmente, poco valen varios esfuerzos dispersos y desorganizados contra uno bien direccionado, con metas claras, medibles y con un reporte frecuente para ir haciendo los ajustes necesarios.
En palabras de Lee Iacocca, “procure tener claras las prioridades y mantenga al día la lista de urgencias”. Es decir, en épocas de desastres naturales hay que aplicar los principales conceptos de la cadena de abastecimiento, pero con un marcado liderazgo más una planificación y ejecución militar.
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