Decía José García Bryce que, cuando alguien le proponía empezar un proyecto de cero, él le proponía empezar de uno. Esto no era extraño para un arquitecto que supo conjugar su vida profesional entre la historia de la arquitectura y el ejercicio del diseño. La tabula rasa que propuso la modernidad nunca fue tal; casi siempre la arquitectura se nutre de una preexistencia, de un antecedente que ayuda a entender la naturaleza del lugar donde se quiere construir. Algo de eso también planteaba Aldo Rossi, cuando señalaba el valor del locus en su célebre texto La arquitectura de la ciudad, que le otorgaba un valor fundamental al contexto y veía la obra nueva como un complemento de lo existente.
El tema viene a colación a partir de lo expresado por los flamantes ganadores del Premio Pritzker de Arquitectura 2021, los arquitectos franceses Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, que conforman desde 1987 el estudio Lacaton & Vassal y que plantean como premisa de trabajo “no demoler nunca y aprovechar al máximo lo existente”.
Formados en la escuela de arquitectura de la Universidad de Burdeos, la sociedad Lacaton & Vassal empezó su trabajo profesional en Nigeria, donde se dedicaron a observar minuciosamente la arquitectura popular de ese país, de la que extrajeron valiosas conclusiones para su ejercicio profesional. Después de Burdeos, “África fue probablemente nuestra segunda escuela —dice Vassal—. Allí aprendimos lo que es mantenerse sencillo, aprovechar el aire libre, honrar la luz, la libertad y la gracia”. Esta arquitectura de la sencillez es la que ha marcado su trabajo, que ha buscado encontrar utilidad y belleza en los edificios abandonados, en las viviendas sociales deterioradas y en los espacios públicos olvidados.
Sus obras, como ellos mismos indican, pasan por hacer casi nada. De esta manera han convertido unas estructuras abandonadas, como el Palacio de Tokio en París —un edificio de 1938—, en un espacio de arte contemporáneo, con apenas incorporar una adecuada iluminación y una buena calefacción. La propuesta apunta además a que sean los usuarios quienes determinen la forma de utilizar el espacio, aprovechando la planta libre de muros del edificio.
Un caso distinto fue la recuperación de un viejo almacén de barcos en Dunkerque. El edificio existente de 35 metros de altura se mantuvo tal cual, totalmente vacío al interior, y se le adosó un nuevo edificio moderno de características similares al almacén con estructura de concreto forrada en vidrio para diferenciarse de la preexistencia. El FRAC Nord-Pas de Calais, que es el nombre del edificio intervenido, alberga colecciones públicas de arte contemporáneo de las diferentes regiones de Francia, con espacios lo suficientemente flexibles para recibir exposiciones y eventos artísticos de diversas escalas.
En cuanto a las viviendas, destacan las intervenciones destinadas a adosar balcones a los departamentos existentes —como es el caso de las 530 viviendas intervenidas en Burdeos— para así lograr lo que ellos denominan “jardines de invierno”, que cuando están cerrados fungen como pequeños invernaderos, permitiendo ahorro en la calefacción. Intervenciones sencillas que permiten mejorar las cosas sin necesidad de demoler o reconstruir, señalan sus autores, dentro de esta propuesta de “hacer sostenible lo que ya existe”. Redefinir la vivienda urbana, señalan Lacaton & Vassal, se basa en una ética del diseño y el rediseño, haciendo énfasis “en los valores de humanización de la comodidad, el bienestar, la economía y la modestia”.
Dice el crítico Fredy Massad que el Premio Pritzker —que es considerado como el Nobel de la Arquitectura—, más que un premio, “es el gesto que marca la dirección ideológica legítima que debe adoptar el sistema”. Es decir, su valor está en ser un síntoma de hacia dónde va la arquitectura. Tal vez ese sea el mensaje que esta arquitectura de la sencillez ofrece al mundo en esta situación de crisis sanitaria y económica en que nos tiene envueltos la pandemia: pensar en reutilizar lo existente, mejorarlo a partir de pequeñas intervenciones. Como decía José García Bryce, es mejor siempre empezar de uno que de cero. Aunque tal vez en estos tiempos haya que empezar de dos o de tres, y tal vez haya poco o nada que adicionar.
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