Ric Elías, el superviviente más famoso a un accidente aéreo, compartió en su TED del 2016, “Las tres cosas que aprendí cuando se iba a estrellar mi avión”, un mensaje simple, pero potente: “Todo cambia en un instante”. En una coyuntura como la actual, se ponen en evidencia muchas cosas relacionadas a esta afirmación, al igual que su segundo mensaje: “Cada uno depende del resto”. Mi disciplina o indisciplina impactará en otros.
Esta pandemia, que no es la primera ni será la última que la humanidad afrontará, debe dejarnos algunas lecciones. Más aun teniendo en cuenta su velocidad de expansión, producto de la globalización: en una semana, más de 40 países ya registraban casos de infectados. Los aprendizajes que viene dejándonos la COVID-19, por ahora, pueden ser clasificados en tres grupos:
Estado
Debemos fortalecer nuestra frágil institucionalidad y, particularmente, nuestro precario sistema de salud. Es importante repensar las prioridades para el uso de los recursos a nivel nacional. Pese a encontrarse Perú en una mejor posición macroeconómica que la mayor parte de América Latina, la pandemia ha desnudado este evidente punto débil de nuestro país.
Reducir los altísimos niveles de informalidad –superiores al 70 %–, que complican la posibilidad de lograr el equilibrio entre la salud y la reactivación económica.
La educación básica debería reincorporar la formación en cursos de cultura cívica, como se impartía décadas atrás. La indisciplina de una parte de la población a todo nivel hoy agudiza el problema cada día. Está claro que, para muchos, no existe la cuarentena.
Empresas
En todos los sectores, prácticamente, es necesario replantear el modelo de negocio. Podemos destacar entre los ejemplos la pastelería San Antonio, reconvertida en un minimarket; los centros educativos –listos o no–, forzados a ofrecer una propuesta de cursos en línea (la locación deja de ser una ventaja o desventaja, y la competencia puede estar dentro o fuera del país). Además, el teletrabajo será mantenido para muchos, pasada la pandemia.
La digitalización de procesos, la robotización para minimizar el contacto directo con la gente y la incorporación de diferentes herramientas tecnológicas para la gestión empresarial se volvieron no solo importantes, sino urgentes. La telemedicina (diagnóstico y tratamiento), la teleeducación y muchos más servicios ofrecidos por medios digitales ganarán mayor presencia.
La identificación de nuevos nichos/segmentos de mercado. En el turismo, por ejemplo, alternativas de destinos rurales (más que los urbanos, por el menor contacto con aglomeraciones de gente), turismo de carretera, entre otros, garantizando seguridad y control sanitario a través de protocolos que generen confianza.
Ciudadanía
Valoración de los espacios de la familia y la comunicación minimizada por el ritmo de vida, sobre todo en megaciudades como Lima.
Filtro para la información como mecanismo de control del estrés: no dejarnos envenenar con datos muchas veces falsos.
Cambio de patrones: control de nutrición-deporte-estrés para mantener defensas sólidas, normas de higiene que se mantendrán (uso de mascarillas, guantes) y medidas preventivas (menor frecuencia de compras, distanciamiento social).
Mayor sentido de empatía y solidaridad.
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