Cada cierto tiempo —por lo general, coincidiendo con periodos de crisis como el actual— suele aflorar el debate sobre las libertades del mercado y los alcances del rol del Estado. Lo observamos en distintos puntos de América Latina: en un extremo, la experiencia brasileña (con Jair Bolsonaro de Alianza por Brasil); y en el otro, la mexicana (Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática).
Lo propio sucede también en el Perú. A inicios de los años 90, luego de una economía colapsada al cierre de la década anterior, el país optó por las libertades del mercado: apertura comercial, reinserción de la economía al escenario global, promoción de la inversión privada, entre otras medidas. Hoy, alimentados por la pandemia, hay opiniones que proponen una mayor intervención del mercado en el sistema financiero, en las clínicas, en las farmacias, entre otros sectores.
La pobreza, el gran desafío
El primero de los Objetivos de desarrollo Sostenible (ODS) es la reducción de la pobreza. Desde 1998, la pobreza en escala global venía reduciéndose de forma progresiva. Sin embargo, la recesión ocasionada por la COVID-19 con un fuerte impacto en el PBI per cápita revertirá esta tendencia (esperemos que solo durante el 2020).
En relación con la llamada pobreza monetaria, el Banco Mundial estima que, producto de esta pandemia, entre 40 y 60 millones de personas caerán en situación de pobreza extrema (ingresos inferiores a US$ 1.90 al día). Así, la pobreza extrema podría llegar a ser de, aproximadamente, 9 % al cierre del 2020.
Asimismo, las personas que viven con menos de US$ 3.20 al día, podrían incrementarse entre 40 y 150 millones, pudiendo superar el 23 %. En tanto, si consideramos a las personas que viven con menos de US$ 5.50 al día, podrían incrementarse entre 70 y 180 millones, llegando a 42 % o más este 2020.
En cada caso, el rango dependerá del impacto de la pandemia y de la rapidez con que los gobiernos logren controlarla. Para identificar a pobres que no aparecen en las estadísticas basadas solo en los ingresos (pobreza monetaria), el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) ha establecido una alianza con la Iniciativa para la Pobreza y el Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford (OPHI). Estos consideran carencias múltiples y simultáneas, no solamente el ingreso monetario.
A partir de un estudio de 104 países, publicaron recientemente el primer Índice de Pobreza Multidimensional Global, identificando a 1 300 millones de pobres, la mitad de los cuales son niños. El 46 % de los pobres lo son de manera severa, 83 % se concentra en África subsahariana y Asia meridional, y 85 % corresponde a zonas rurales.
Por otro lado, en América Latina, según la CEPAL, la pobreza bordeaba los 191 millones al finalizar el 2019, de los cuales 72 millones corresponden a pobreza extrema. En el Perú, INEI reportó en el 2019, por primera vez en el milenio, un incremento de la pobreza extrema: 2.9 % de la población peruana (casi un millón de peruanos) se sitúa en esa condición.
¿Se debe cuestionar el modelo económico?
La pobreza se combate generando empleo, creando riqueza. La principal explicación de la caída de la pobreza en el Perú y demás países de la región ha sido el propio crecimiento económico. El Modelo de Economía Social de Mercado, aplicado en el Perú durante las últimas tres décadas, ha contribuido a la generación de riqueza, sin duda. El problema se centra en el componente social del modelo para lograr una mejor distribución de esa riqueza. Ello implica revisar el rol del Estado, sus prioridades y la necesidad de asumir las llamadas reformas de segunda generación: salud, educación, infraestructura, entre otras necesidades urgentes.
Comparte esta noticia