El ciclón Yaku ha sorprendido a expertos y meteorólogos de nuestro país, pues su magnitud es más propia de zonas tropicales como el Caribe. Su confluencia con las lluvias estacionales de la sierra, el comportamiento social con la construcción de viviendas en cauces de ríos y quebradas, el arrojo de restos y desmontes a los mismos, y la falta de construcción de infraestructuras municipales para el desagüe de aguas pluviales parecen converger como parte importante de las consecuencias catastróficas vividas estos días.
Para el doctor Nicolás Pécastaing, profesor de la Universidad del Pacífico y experto en el estudio de la relación entre desarrollo y cambio climático, ningún país está totalmente preparado para afrontar este tipo de eventos de gran magnitud. El Perú es susceptible de padecer acontecimientos climatológicos extremos, como es el caso del fenómeno de El Niño, cuyos efectos impactan el clima a nivel mundial, aunque en algunas ocasiones solamente al nivel local (Niño Costero). Estos eventos pueden tener consecuencias directas en el capital humano, como lo demuestra su estudio sobre la relación entre la vulnerabilidad de los pescadores artesanales frente a la variabilidad climática y su efecto sobre los niveles de pobreza.
Según comenta el experto, instituciones como el IGP (Instituto Geofísico del Perú) y el Senamhi (Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú) realizan un trabajo excelente analizando este tipo de situaciones y tratando de elaborar proyecciones y pronósticos que permitan estar prevenidos y alerta ante incidencia de los mismos.
Sin embargo, en lo que respecta a preparación y recuperación, la información recientemente compartida por la Contraloría de la República es preocupante. La entidad reveló que no hubo un buen uso del importante presupuesto asignado tras el evento “El Niño” en el año 2017. La Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC), institución encargada de implementar el “Plan Integral de Reconstrucción con Cambios”, no llegó a aplicarlos de forma eficiente, dejando desprotegidos a muchos ciudadanos contra los próximos embates de la naturaleza.
Además de esto, existe un amplio consenso sobre el efecto que puede tener el cambio climático en la frecuencia y la intensidad del fenómeno, lo que podría generar en el futuro más situaciones como la ocurrida en el año 1997, llamado “Meganiño”. Efectivamente, muchos investigadores piensan que lo que va a pasar es que la frecuencia va a aumentar y posiblemente la intensidad de los “Niños” va a aumentar. Las consecuencias socioeconómicas serán siempre más pronunciadas en costa norte del Perú, variando sus efectos en el resto de las regiones en dependencia del tipo de Niño (duración e intensidad).
Finalmente, en el caso del fenómeno de El Niño, a pesar de que se conocen las circunstancias que dan lugar a su origen, todavía existen muchas interrogantes referidas a cómo evolucionan una vez que acontecen. Siendo el Perú unos de los países más vulnerables frente a eventos climáticos, resulta imposible responder de manera efectiva a la diversidad de eventos de gran magnitud que se pueden producir.
A esto se suma una seguidilla de malas decisiones en lo que respecta a prevención, recuperación y planificación. De seguir así, la inminente llegada de un nuevo desastre natural iniciará nuevamente el ciclo de cacería de culpables, mientras los más vulnerables siguen viendo como su calidad de vida empeora.
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