1.- Hace unas semanas el gobierno japonés reiteró su intención de retirarse de la Comisión Internacional de Caza de Ballenas - CBI para poder reanudar la caza comercial de estos mamíferos en julio del presente año. La prohibición establecida por la CBI rige desde 1986.
Pese a las prohibiciones de caza, Japón se las ingenió todos estos años para hacer “caza científica” cuya carne terminaba en los mercados. Siempre se argumentó la defensa de la industria ballenera por un lado y el vínculo cultural japonés hacia el consumo de ballena por otro. Lo cierto es que, si bien el consumo de carne de ballena fue importante décadas atrás en Japón, actualmente es más bien ínfimo, de apenas el 0,1% del consumo de carne.
Lo que aumentó de manera exponencial es la conciencia pública sobre la importancia de proteger los océanos y a sus especies carismáticas. Las ballenas; dado su tamaño, desplazamiento y necesidades de alimentación; son un indicador de la salud de los océanos y de las demás especies que lo habitan.
El gobierno japonés no entiende en este tema que el mundo cambió, que para la industria hay mejores opciones, y que algunos temas culturales evolucionan y se transforman, ya que las sociedades también evolucionan y transforman sus valores y por ende sus costumbres.
2.- El Presidente Trump se mantiene terco en promover la industria del carbón en su país y anunció ya hace un tiempo el retiro de los EE.UU. del Acuerdo de París. En estos mismos años, el carbón llegó a sus niveles más bajos de consumo histórico en los EE.UU. por lo que ciudades líderes de esta industria como Pittsburgh iniciaron programas agresivos para reemplazar su dependencia del carbón hacia las energías renovables. Muy recomendable para entender este fenómeno es la película recién estrenada en National Geographic “De París a Pittsburgh”.
Actualmente un alto porcentaje del pueblo de los Estados Unidos, de sus empresas y de sus gobernadores estaduales, reconocen la necesidad de enfrentar el cambio climático reduciendo drásticamente sus emisiones y actúan en ese sentido. Paradójicamente, desde el momento que Trump decidió retirar a su país del Acuerdo de París para evitar cumplir con sus Contribuciones Determinadas, estas se implementan a un ritmo mayor. El mundo está cambiando Donald, y cambiará más.
3.- El Congreso de la República del Perú tiene en agenda desde hace un tiempo una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos. En esta Ley se proponen una serie de incentivos para promover la industria del petróleo y del gas en el Perú por los próximos 50 años y más: las regalías son mayores, los contratos más flexibles, los plazos más largos; para una industria que va de retroceso. La meta de muchos países de primer orden del planeta es eliminar el uso de combustibles fósiles en el corto y mediano plazo. Algunos han puesto el plazo de manera casi inmediata como Costa Rica; y otros de manera progresiva hasta el 2050.
Mientras, en el Perú estamos diseñando políticas para promover a largo plazo una industria que va de retirada y que probablemente no tendrá ningún mercado. No les cuento esta vez de las pérdidas que nos genera a los peruanos el cambio climático, ni de cómo mas bien el Perú debería tener una política climática agresiva que nos posicione como líderes globales, eso es para otro artículo. El mundo está cambiando amigos, y cambiará más.
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