La sostenibilidad pareciera estar en su apogeo, especialmente promovida por los consumidores más jóvenes, entre sus principales promotores, los millennials. Sin embargo, lo que esperábamos como una tendencia al alza en el consumo de productos con características “verdes” o la preferencia por las marcas que incorporan estas características en sus productos o servicios, no ha visto los resultados esperados. En parte, existen categorías de productos que han mostrado mayor crecimiento frente a otras categorías; no obstante, la paradoja de la eco-sostenibilidad sigue presente. Esta paradoja explica que, a pesar de que existe una gran aceptación y disposición de los consumidores por la adquisición de bienes con características eco-amigables, son pocos los que realmente efectúan la compra.
Esto es un tema relevante tanto para las empresas que cuentan con productos eco-amigables que buscan rentabilizar estos productos, así como para las que buscan añadir características eco-amigables en su producto o servicio, pero lo es más importante aún para la lucha contra el cambio climático. Unilever, en ese sentido, estima que aproximadamente el 70% de los efectos de gas invernadero dependen de los productos que los consumidores escogen y cómo los desechan después de su consumo. Precisamente, en este punto es en el que las empresas pueden poner énfasis a través de distintas estrategias.
Una de las principales maneras de fomentar el consumo de estos productos es la influencia social. El convertir el consumo de estos bienes en una práctica socialmente aceptable y realizada por otros invita a más personas a su consumo como consecuencia del establecimiento de una norma social. De igual manera, crear un hábito de su consumo, esto es, incorporarlo en la rutina del consumidor, promovería el consumo responsable de estos productos. Esto lo podemos ver ejemplificado en las tiendas de café que ofrecen descuentos por llevar tu propio envase, evitando el uso de descartables al mismo tiempo que reduciendo costos y un incentivo al consumidor para adoptar este hábito. El fin de estas estrategias es invitar al consumidor a adoptar el consumo responsable, sin embargo, al mismo tiempo promovemos un bienestar gradual, pues aquellos consumidores que adoptan prácticas responsables son más propensos a adoptar otras prácticas saludables en sus vidas.
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