La visión de una organización es una tarea complicada de diseñar. Su finalidad es servir como una brújula que guie a los empleados hacia los objetivos de largo plazo de la empresa, aquella provee de alineamiento e inspiración de un propósito compartido. Sin embargo, muchas veces los líderes que las crean no traducen esta visión en un plan estructurado en el que puedan enfocarse en el tiempo. Entre algunas de las razones por la que ello ocurre, se considera como la más importante el hecho de que la visión requiere de años para su logro, mientras que las condiciones económicas y el desarrollo de las actividades en el giro del negocio obligan a la empresa a pensar en el presente y a planificar en horizontes cortos.
Quizás el ejemplo más notorio de las dificultades de llevar a cabo una visión se evidencia cuando la empresa busca un giro en sus actividades. Consideremos el caso de Netflix, cuya visión era llegar a ser una empresa enfocada en los servicios digitales, en lugar de dedicarse al alquiler y venta de DVDs. Era inevitable pensar que, en un inicio, los ejecutivos se preocuparan por la caída en sus ingresos por este cambio durante los primeros años. Sin embargo, impulsados por la determinación de su presidente ejecutivo, Reed Hastings, se mantuvieron fieles a la estrategia que los llevaría a su objetivo de largo plazo.
Para enfrentar los desafíos de lidiar con las necesidades y presión por generar resultados de corto plazo en el presente y crear una visión que podamos seguir, el líder debe ser capaz de planear las estrategias anuales basadas en la visión, promover la experimentación de los empleados en proyectos alineados con la visión, y capacitar y promover el entendimiento de la visión entre los empleados de la empresa, así como los beneficios y esfuerzos que se requieren a nivel organizacional. Ninguna de estas estrategias prueba ser infalible, pero como todo objetivo de largo plazo, requiere de persistencia y fe en el resultado final de lo que aspiramos se convierta nuestra empresa.
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