Varias veces he escuchado que debemos aprender a “lidiar con la incertidumbre”, y para ser sincera, nunca esa frase me convenció por completo. Lidiar viene de pelear, de luchar, de enfrentarse. Y pienso, cuál es la utilidad de pelearse con lo incierto, si la incertidumbre trae justamente lo no conocido. ¿Cómo voy a pelear con algo que no conozco, cómo voy a enfrentarlo, con qué armas? También dicen por ahí que a un enemigo mientras más lo conozcas, más probabilidades tienes de derrotarlo.
Al no convencerme esta frase (es una opinión absolutamente personal y respeto a quien sí le convence, mi intención al desarrollar las siguientes líneas no es convencer a nadie a cambiar de postura, solo explicar aquello que a mi me ayuda y que creo tal vez pueda ayudar a otros), he decidido cambiarla para mí a “transitar por la incertidumbre”. Transitar viene de ir, pasar, caminar. Creo que nos puede ir mejor si nuestra postura frente a la incertidumbre es la de estar dispuestos a pasar por ella, en vez de pelear contra ella.
Entiendo que la incertidumbre no nos guste; el no saber qué va a pasar, el no tener claridad de las cosas, de lo que viene, el no tener el control de las situaciones, puede generar preocupación, ansiedad, angustia, estrés, desesperación, frustración, ira, impotencia, entre otras emociones desagradables. La incertidumbre atenta contra nuestra rutina, nuestra planificación, nuestra necesidad de control, finalmente contra nuestra tranquilidad y paz.
¿Cómo hacer entonces para no pelearnos con esta incertidumbre?, ¿para poder transitar por ella de la mejor manera? Aquí algunas sugerencias que pueden ayudarnos:
- Entender que la incertidumbre es parte de la vida (no podemos controlarlo todo por más que queramos), y por tanto nos empuja al cambio y a adaptarnos a nuevas situaciones; nos permite también dudar, encontrar nuevas respuestas y tener nuevos aprendizajes.
- Reconocer las emociones que suscita en cada uno de nosotros la incertidumbre, para intentar regularlas y no desbordarnos. Puede pasar también que genere emociones en simultáneo. Hay que detenerse a analizar qué está pasando con nosotros para poder tomar acciones al respecto.
- Evitar pensamientos catastróficos, en los que imaginamos lo peor. No hay que adelantarse a los hechos, sí tomar acciones de precaución, sin embargo, no sabemos lo que va a ocurrir con el futuro.
- Por ello es importante intentar vivir el día a día, disfrutando lo bueno que sí tenemos, centrándonos en el presente y resolviendo lo que nos toca resolver en el aquí y el ahora.
- Establecer objetivos a corto y mediano plazo, ya que el largo plazo puede ser más incierto. Pensar también en un plan B y hasta C, en caso no salgan las cosas como esperamos.
- Centrarnos en lo que sí podemos controlar: nuestros pensamientos, emociones y algunos acontecimientos externos que dependen de nuestras acciones.
- Realizar acciones concretas de autocuidado. Es muy importante bajo estas circunstancias, cuidarnos a nosotros mismos, y evitar caer en conductas que nos dañen como un intento de escapar de la realidad (hábitos nocivos, adicciones, etc).
Y para cerrar este artículo, hay una actitud que va a ser muy necesaria tener: la valentía. Sí, la valentía, porque para transitar por la incertidumbre también tenemos que ser valientes, enfrentar nuestros temores y seguir siempre para adelante. De lo contrario estamos condenados a quedarnos paralizados y dejarnos vencer.
Y recordemos siempre que podemos apoyarnos entre todos, que podemos pedir ayuda si la necesitamos, y que hay profesionales que nos pueden acompañar si sentimos que solos no podemos.
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