Cuando uno lee a Gonzalo Gamio Gehri (Lima,1970), se suele tener una perspectiva adversativa de su obra. Tan pronto nos encontramos ante una posición sustentada en la tradición liberal, surge desde sus propias reflexiones ciertos límites socialdemócratas que cincelan aquel liberalismo. Luego, nos hallamos leyendo algunos de sus escritos de orientación religiosa, pero, de pronto, emerge el argumento que se distancia de cualquier ortodoxia teológica. Asimismo, podemos leerle textos con múltiples menciones a cuestiones coyunturales, y, en medio de sus descripciones críticas, aparecen referencias muy precisas a la cultura grecorromana, ya sea de su teatro o de su mitología. Todo esto hace que Gamio sea un autor particular, difícilmente encasillable en alguna tipología intelectual. En ese sentido, gracias a ese pensar adversativo, disyuntivo, se manifiesta su claro ejercicio de librepensador, al modo de clásicos como Pascal, Voltaire, Thoreau o algunos de los nuestros como González Vigil o Gonzales Prada. Por ello, la labor de Gamio honra a una tradición muy necesaria en tiempos como los actuales.
El filósofo peruano ya cuenta con varios títulos en su haber, siendo el último de ellos La crisis perpetua. Reflexiones sobre el bicentenario y la baja política (UARM, 2022). Este libro “recién salido del horno” compila varios ensayos que Gamio ha escrito en los últimos años alrededor del “Perú problema”, cuyos tópicos críticos más recurrentes son las dificultades que tiene un país como el nuestro para construir su ciudadanía y las consecuencias integrales de esta imposibilidad. Sobre este punto, Gamio escribe en la introducción: “la posibilidad de forjar y ejercitar ciudadanía enfrenta dos férreas dificultades. Por un lado, las distintas formas de exclusión socioeconómica y política imperantes en el país impiden seriamente la construcción de una república fundada en la libertad y en la igualdad. Por otra parte, también conspira contra este proyecto la ausencia de una cultura política basada en una pedagogía cívica deliberativa. Las resoluciones de estos dos obstáculos constituyen acciones que se requieren mutuamente y se complementan para la construcción de la ciudadanía”. A estas dificultades que Gamio identifica, se suma otra gravitante preocupación de carácter político-cultural: “Si el ciudadano no se reconoce en él (en el orden constitucional), no hay forma de preservar las reglas, procedimientos e instituciones democráticas ante el embate de políticas autoritarias”. Es decir, las condiciones para la “tentación autoritaria” están siempre presentes en nuestro medio. Esto nos lleva a preguntarnos, a partir de las reflexiones del autor, si se puede construir ciudanía o si esta emerge sobre una vasta y compleja red contextual, más allá de las deliberadas intenciones políticas. En todo caso, sería importante que los interesados se planteen este tema.
Una virtud de los libros de Gamio, como este, es su interés por hacer reflexionar al mayor número de posibles lectores, con un lenguaje asequible sin perder rigor ni profundidad. En ese sentido, la labor de Gonzalo Gamio es un ejercicio de catedra abierta, dispuesto a contribuir al debate de las ideas en un medio que suele estigmatizar la reflexión teórica o tacharla de inútil. Creemos que la lectura de La crisis perpetua. Reflexiones sobre el bicentenario y la baja política, será de una enorme utilidad para quienes están dispuestos a aprender desde la reflexión meditada y honesta.
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