Si algo distingue al libro publicado por el fondo editorial de alguna universidad, es que ha sido producto, casi con seguridad, de la investigación surgida del claustro docente. Lo que implica que no ha mediado, salvo financiación externa, criterios crematísticos. Es decir, ha sido concebido bajo criterios académicos, incluso, tratándose de temas en los que eventualmente pueda haber la injerencia de alguna agenda específica. De ahí que el libro universitario haya surgido bajo condiciones de relativa libertad intelectual, sin que se renuncie al necesario juicio de los pares académicos.
Por otro lado, el libro universitario nos permite reconocer las cualidades y capacidades de los cuerpos profesorales. Asimismo, según el campo del conocimiento, de las teorías, métodos y enfoques que privilegian. E, incluso, la posición ideológica, expresa o inmanente, de sus autores. Adicionalmente, se puede conocer cuán plural es la visión de universidad que pueda tener dicha casa académica o cuán limitada puede ser.
Los títulos publicados por un fondo editorial universitario nos revelan la diversidad de intereses que posee una universidad. Y si aquella institución tiene una historia larga, el modo cómo han ido cambiando o evolucionando esos intereses y la manera cómo se han ido procesando los cambios de los entornos sociales y culturales, incluso, solo observando las modificaciones en las formas de presentación gráfica. Por ello, los fondos editoriales, son unos de los núcleos que nos permiten conocer la realidad intrínseca de una universidad y los valores que la han ido animado y la animan.
Una de las cosas más gratas que disfrutamos quienes nos encontramos en el ámbito académico, es cuando tenemos la oportunidad de visitar las librerías de los fondos editoriales universitarios, tanto en nuestro país como en el extranjero. Se toma el pulso a una realidad específica, de la cual se puede extraer una abundante información que nos permite conocer mejor el ecosistema en el que nos desenvolvemos. Asimismo, nos posibilita reconocer el trabajo de quienes hacen posible que estos libros se editen; una lista de personas, todas ellas, muy preparadas, que hacen que el producto de la escritura tome la forma de la palabra impresa (física o virtual). Los editores y sus ayudantes hacen posible materializar el “milagro” libresco.
Alguna vez escribimos que la universidad es el lugar en donde un país se piensa a sí mismo. En ese sentido, el libro universitario es el modo cómo ese pensamiento se divulga entre la comunidad académica y adquiere diversas formas de interacción con otros ámbitos. Sin embargo, si la sociedad permanece indiferente a su producción, difícilmente se ponderará su valor e importancia en el conjunto de decisiones que afectan a un país.
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