En estos tiempos de mucha confusión, relativismo y poca claridad en diversos ámbitos como la poítica, sociedad y cultura, me llamó la atención recibir de Carlos Vela, médico geriatra, una carta titulada ‘Recuperemos la Iglesia’ expresando sus reflexiones en torno a la fe en Dios por parte de los creyentes.
Empieza reconociendo con humildad que “pocas cosas han puesto de rodillas a la humanidad”. Y continúa diciendo “sólo la oración es el acto sublime, voluntario y de fe, que nos hace hincar nuestras rodillas, como alimento de la dimensión espiritual que como seres humanos nos hace diferentes”.
En definitiva Vela reconoce nuestra fragilidad que se ha hecho más visible en esta pandemia, y en no pocos ha robado la esperanza de muchas personas. Cómo no tomar en cuenta la religiosidad de nuestro pueblo, presente en la cultura incluso antes del confinamiento que se vive.
A raíz del aislamiento, Vela señala que “hemos abandonado a la Iglesia, el individualismo nos ha rebasado, nos hemos limitado a plegarias digitales, sin salir en la búsqueda de la oveja pérdida y cuidar del rebaño diezmado por la circunstancia fatal”. Me pregunto, ¿cómo está la fe de los católicos?
“Esta dura prueba que atraviesa la raza humana y que nos está robando la esperanza del futuro ha socavado la estructura de nuestro tejido social, distanciándonos física, social y moralmente, viendo en cada persona un enemigo que puede portar y contagiar el virus”, alerta Vela.
Finalmente, hace un llamado a todas las personas de fe a salir pese a las circunstancias y con todos los cuidados necesarios para actuar en la sociedad, pese al rechazo o burla de quienes persiguen a la Iglesia o simplemente no creen.
“Salgan los hombres y mujeres de fe, reconozcamos la pequeñez de la naturaleza humana y seamos valientes para enfrentar el escarnio de los científicos a ultranza, los políticos demagogos, los fundamentalistas que bloquean el mensaje: “con fe, disciplina, acción solidaria y oración reconstruiremos la nación y el Pueblo de Dios”, acota.
Los escritos de Vela me hacen ver que frente a la difícil situación que atraviesa la humanidad a causa de la COVID-19, solos no podremos. Necesitamos junto a nuestro esfuerzo comprometido la confianza en la ayuda divina. No pocos pueden ver esa necesidad de lo trascendente con mucha claridad y humildad.
Creo que la gran necesidad vivida en nuestro país y en el mundo en este tiempo de pandemia, nos lleva a buscar y pedir ayuda en la Iglesia, que tantas veces a ayudado al más pobre, necesitado y al que sufre. Sin embargo, soy consciente de que nuestra Iglesia ha tenido no solo luces sino también sombras en su historia.
Pero no por sus lamentables y deplorables escándalos debemos inhibirnos de participar y conformar el cuerpo de Cristo en la tierra. El Señor necesita de nosotros y nosotros de él para reconstruir nuestra Iglesia.
Aprovechemos este tiempo de distanciamiento social para vivir la interioridad y encontrar en la oración nuestra verdadera fortaleza. Que Dios guíe nuestras acciones en tiempos que se necesitan personas decididas a vivir con coherencia la fe que profesamos en medio del mundo.
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