Al mes de abrirse los más de cincuenta templos de las sedes parroquiales de las seis vicarías episcopales de la arquidiócesis de Piura y Tumbes, Monseñor José Antonio Eguren, arzobispo de esta arquidiócesis, señaló que dicha apertura se realizó bajo un estricto protocolo de higiene, bioseguridad y distanciamiento social.
Por lo tanto, “si se siguen estos protocolos como se debe, la apertura de los templos, en el caso de Piura y Tumbes, -que es para la oración personal de los fieles y la adoración eucarística en forma privada- no tendría por qué producirse ningún aumento de casos de contagio de COVID”, explicó.
Por otro lado, dijo que ante cualquier riesgo de contagio “los protocolos que aplicamos suponen que al finalizar el día se desinfectan los templos y las bancas con el uso de lejía disuelta en agua o con amonio cuaternario, que es mejor que la lejía porque permanece más tiempo y de esa manera se controla más el virus”.
Para tomar la decisión de abrir los templos en esta región, Mons. Eguren explicó que se consultó a médicos de la región y del Comando COVID y se tuvo en cuenta el protocolo de la Conferencia Episcopal Peruana, así como una guía elaborada en la arquidiócesis de Piura y Tumbes.
“Los párrocos se fueron preparando desde junio y julio. Fueron señalizando las rutas de ingreso y salida del templo, formando equipos de voluntarios laicos que tomaran la temperatura, ofrecieran alcohol o gel e indicaran dónde desinfectar el calzado, teniendo siempre en cuenta el distanciamiento social”, mencionó.
“Decir que la iglesia es la fuente principal de contagio es un despropósito, habiéndose prácticamente normalizado la vida social, laboral y comercial. Las fuentes de mayor contagio no están en las iglesias, sino están mayoritariamente en otros lados: en el transporte publico y en los mercados”, señala el prelado.
Son varias diócesis las que han abierto las puertas de sus templos. La prelatura de Yayos en Cañete abrió sus iglesias desde julio. La diócesis de Chiclayo ha permitido celebrar misa de lunes a sábado. En Trujillo, se expone el santísimo desde el atrio de la catedral y Tacna también ha abierto sus puertas a los fieles.
En cuanto a los sacramentos, en la arquidiócesis de Piura y Tumbes no hay celebraciones colectivas. Las celebraciones de la misa se realizan de manera virtual. La catequesis para la primera comunión y confirmación también se esta llevando de manera virtual en muchas parroquias.
“Los sacerdotes no han dejado de visitar a los enfermos, sea para llevarles la comunión, sea para ungirlos en el caso que estén muy graves con la unción de los enfermos. Tampoco han dejado de atender y escuchar confesiones. Pero la administración de los sacramentos es a nivel personal e individual”, acotó Eguren.
En cuanto a los velatorios, el prelado dijo que la costumbre ha sido velar a la persona fallecida en su hogar. “Aquí no hay una costumbre de realizar velatorio en iglesias. Por eso, rara vez se pide el servicio”, señala y agregó que en casos de fallecimiento por COVID, el tratamiento de las exequias normado por el estado es estricto y rápido.
Finalmente, señaló que la participación a las misas virtuales en Tumbes y Piura es masiva. “Es un medio que está dando mucho provecho espiritual. Pero, como dice el Papa, tiene su riesgo que es reducir la iglesia a lo virtual”, explica y recuerda lo que ha dicho el Papa: “la iglesia, los sacramentos, el pueblo de Dios, son concretos”.
“En este momento debemos hacer familiaridad con el Señor de manera virtual. Pero en algún momento tendremos que salir del túnel. No nos podemos quedar ahí, porque la iglesia es comunidad, es contacto humano real, es vivencia de los sacramentos, pero en el encuentro con los hermanos en la fe”, precisó.
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