Desde Felipe Pinglo hasta Los Destellos, los orígenes de la música criolla y la cumbia peruana son de fuerte raigambre popular. ¿Qué lugar ocupan hoy en las preferencias de los limeños?
“Lima de antaño, tu recuerdo es imborrable”, cantaba Arturo ‘Zambo’ Cavero, uno de los grandes exponentes de la música criolla, en un vals que busca capturar la imagen de una ciudad olvidada. “Hoy nadie canta ya tu música querida”, prosigue la melodía, “han olvidado por completo tu canción”.
Aquella canción de Lima es, por supuesto, la música criolla, y la letra compuesta por Juan Sixto Prieto resulta premonitoria para un género que parece languidecer desde hace varios años. Nacida a fines del siglo XIX, según afirma el historiador José Antonio Llórens, la música criolla surgió en una Lima que todavía era un conglomerado de barrios compuestos por callejones.
Fue en esos callejones donde se "armaban las jaranas" que tenían como protagonistas principales al vals y la polca, pero también incluían yaravíes, marineras y mazurcas. Se trata, así, de un género de raigambre popular, creado por artesanos y obreros que darían vida a la conocida “Guardia Vieja”. Su desarrollo sería subterráneo, en un principio, sin medios de difusión que lo propagara; pero hallaría su cúspide, según el historiador Fred Rohner, entre los decenios de 1950 y 1970.
ASCENSO DE LA CUMBIA
Un similar origen tuvo la cumbia peruana, cuyos inicios se remontan a la década de 1960. Para Rohner, el género empezó a ganar terreno en este periodo inaugural, cuando Los Destellos logró vender más de un millón de discos a fines de la década. “Pero era una cosa un poco subterránea”, detalló el historiador a RPP Noticias, “porque el divorcio [con el público] no está en la preferencia musical, sino en lo que es la música oficial y no oficial”.
Precisamente, en los años setenta, la música criolla contó con el apoyo de un gobierno militar que apostó por revalorar los productos peruanos e impulsar el nacionalismo como parte de su agenda cultural. Se convirtió, así, en aquella música que reflejaba el discurso oficial del mestizaje peruano, mientras que, por otra parte, la cumbia pugnaba por ganarse un lugar sin el soporte oficialista.
Para los años ochenta, el escenario sufrió varios cambios: la música criolla entraba en un periodo de declive y la efervescencia de una cumbia de corte social, conocida también como "chicha", llegó a su tope de la mano de Los Shapis entre 1985 y 1986. La Lima señorial que evocaban las letras de los criollos fue perdiendo espacio ante la Lima del desborde popular que supo capturar ‘Chacalón’ en su clásico “Soy muchacho provinciano”.
En adelante, la cumbia tendría más de una transformación. La etapa de la tecnocumbia en los años noventa sería una de las variantes más populares de un género que supo conjugar desde sus orígenes los sonidos tropicales con las texturas electrónicas. Como señaló el comunicador Jaime Bailón en la revista Íconos: "Rossy War y sus huestes consiguieron algo que los héroes de chicha ochentera nunca alcanzaron: penetrar en el gusto de los sectores medios y altos de la población".
LA SUPERVIVENCIA DE UN GÉNERO
Se podría pensar en las peñas como los últimos refugios de la música criolla. O en las Fiestas Patrias o el Día de la Canción Criolla como las fechas que representan el canto del cisne de un género que se resiste a desaparecer. Pero para la cantante Julie Freundt, los sonidos criollos son inextinguibles entre el público peruano.
“La música criolla siempre tiene un público y lo va a tener siempre”, aseguró a RPP Noticias. “Es como el ADN de nosotros como peruanos. Es como hablar de la música andina, de la afroperuana”, añadió. Y es que, si bien no cuenta con la fuerza de décadas pasadas, el género persevera a falta de medios que lo difundan y en plataformas alternativas.
Por otro lado, de acuerdo con Fred Rohner, el descenso de popularidad de la música criolla solo tiene una explicación: el tiempo. “Surge a finales del siglo XIX, entonces está en caída hace mucho tiempo, porque tiene más de 120 años entre nosotros. Es bastante normal que un fenómeno cultural baje en sus preferencias después de todos esos años”, explicó a RPP Noticias.
No cabe duda de que, pese al paso del tiempo, la música criolla sigue respirando entre nosotros. Más allá de las peñas, Freundt señaló que estos sonidos continúan manifestándose en las plazas de los diferentes distritos limeños y en centros musicales. “Deberíamos celebrar Lima con música criolla. Lo importante es que se sepa el valor de nuestra ciudad y hay que cuidarlo”, puntualizó.
LA CUMBIA EN TIEMPOS DEL POP URBANO
¿Es actualmente la cumbia tan sonada entre el público capitalino? Según Rohner, su cresta de popularidad ha declinado en comparación al lustro pasado, cuando la cumbia norteña, encabezada por bandas como Grupo 5 y los Hermanos Yaipén, causó furor en las discotecas y radios limeñas.
“La cumbia ya no está en plena cumbre. Ahora está en su momento en que llegó a una cúspide y quizá comience una bajada. No creo que sea como el momento más fuerte, que fue quizás hace cinco años”, aseguró el autor de “Historia secreta del Perú” a RPP Noticias.
Para el cantante Christian Yaipén, sin embargo, la escena de la cumbia peruana continúa al alza y, actualmente, existen "muchos artistas que ya le ponen más empeño en brindar mejores espectáculos". Frente al avance del reguetón, el pop urbano y otros géneros de gran alcance, Yaipén relató a RPP Noticias que no los consideran un rival dentro del mercado musical. "Ningún género es competencia. La música es universal, compartimos con diferentes artistas y la gente siempre disfruta", indicó.
La misma opinión comparte José Quiroga, director musical de Agua Marina, quien en entrevista con RPP Noticias negó enfrentamienitos con otros géneros y se refirió a la vigencia que tiene su música en el gusto popular. "La cumbia peruana está avanzando muy bien. Y hay nuevos estilos como la cumbia sanjuanera que avanza muy rápidamente", dijo.
Existe, después de todo, un componente seductor en la cumbia peruana, que resulta de la combinación de sus sonidos festivos con sus letras de amor (o desamor). Una mezcla que permite a sus oyentes bailar sin ser un virtuoso en la pista, como bien apuntó el frontman de Agua Marina. "Se baila como uno quiera a diferencia de otros géneros que hay que tener un poco más de gusto para moverse", refirió.
CUMBIA Y MÚSICA CRIOLLA: LA FUSIÓN
Tanto Julie Freundt como José Quiroga coinciden en que la música debe sentirse como un elemento universal, capaz de reinventarse a partir de una fusión que hable el lenguaje de las nuevas generaciones. Por eso, ambos artistas se unieron para dar vida a "Cumbia criolla", un disco de Freundt en el que Agua Marina y otras agrupaciones cumbiamberas colaboraron con sus ritmos alegres para darle vida a las letras criollas.
De este modo, el mensaje parece claro: ningún género destrona a otro. Lo que sí se transforma, según explicó el historiador Rohner, son los discursos ideológicos que carga cada uno de ellos, cuya vigencia depende del momento histórico y social en que le tocó desarrollarse. La música criolla como representante del nacionalismo peruano; la cumbia como vocera de un nuevo Perú, una nueva mixtura.
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