La industria de la construcción, así como las demás, se ha visto fuertemente afectada por la pandemia generada por la COVID-19. Si bien algunas industrias fueron beneficiadas por el estado de cuarentena, como las que brindan servicios para la gestión de la enseñanza virtual y la colaboración a través de videoconferencias, la industria de la construcción, por otro lado, ha sufrido efectos negativos debido, en una etapa inicial, a la completa paralización de sus actividades y, en estos momentos, a la tardía reactivación de sus operaciones.
Este lento reinicio de las actividades de la construcción, donde poco a poco se van aliviando las restricciones y se va trabajando para convivir con el virus, representa un reto jamás experimentado por dicho sector. No obstante, en esta lucha no solo debe considerarse que nos encontramos ante un escenario nuevo, con situaciones físicas y económicas adversas, y con perspectivas negativas para el PBI de nuestro país y del mundo, sino también que nos enfrentamos a un creciente temor: la posibilidad de una nueva ola de contaminación que provoque nuevamente el cierre de las actividades.
En el Perú, la economía se contrajo 32,75 % en mayo, en comparación con el mismo mes en 2019; por su parte, la producción nacional disminuyó en 17,29 % de enero a mayo del presente año, según los datos del INEI. Como resultado, la inversión en construcción se redujo un 66,43 %.
Adicionalmente, la pandemia de la COVID-19 trae consigo implicaciones contractuales relacionadas a eventos imprevistos que generan aún más complicaciones. Por un lado está la ejecución de la cláusula contractual de “fuerza mayor” de los proyectos en ejecución, que se debe a eventos imprevisibles, fuera del control y que no se puede evitar ni superar, la cual genera que una de las partes no pueda cumplir con algunas o todas sus obligaciones contractuales; por otro lado, se tienen las leyes, decretos, directivas, entre otros documentos de implicancia nacional que establece el Estado para afrontar la pandemia, cuyos efectos, al generar restricciones en el movimiento de personas y bienes, han tenido un impacto directo en la industria de la construcción.
Ahora, no todo tendrá que ser negativo para esta industria: la interrupción generada por la actual pandemia hará que las empresas tengan que retomar sus actividades de una forma mucho más eficiente y eficaz. Para ello, se verá un incremento significativo en absorción y asimilación de tecnologías, metodologías, filosofías, herramientas, entre otros, que nos ayudará a caminar hacia una transformación total de este rubro, transformación tan esperada en este sector marcado por una baja industrialización y un bajo crecimiento de la productividad del orden de 1 % anual durante los últimos 20 años.
Volver a trabajar bajo un nuevo punto de partida, distinto al que teníamos antes de la pandemia, podrá generar oportunidades interesantes para esta industria, las que sin duda estarán marcadas por muchos desafíos y cambios cada vez más frecuentes. Así, procesos arcaicos y artesanales de construcción, todavía tan presentes en gran parte de nuestra industria, deberán ser revisados y renovados.
Esta transformación, o mejor, esta disrupción en nuestro sector también debe considerar un cambio en la forma tradicional con la que gestionamos los procesos y organizaciones de nuestro negocio. Necesitaremos reinventar la forma como gestionamos nuestros proyectos para poder mitigar los daños generados por la pandemia de la COVID-19 y afrontar los nuevos desafíos de una competencia empresarial cada más fuerte y feroz, a fin de asegurar así la sobrevivencia del negocio en estos tiempos de crisis.
Por lo tanto, será primordial implementar metodologías como el diseño y construcción virtual (VDC) bajo su marco de colaboración entre la ingeniería concurrente integrada, el modelado de información para la edificación (conocido como BIM por sus siglas en inglés) o la gestión de producción de proyectos conforme al modelo Lean. Asimismo, habrá de incluir en esta nueva gestión los objetivos del cliente y del proyecto, a fin de tornarla más integrada y colaborativa, involucrando personas, sistemas, empresas y prácticas, todos trabajando hacia una mejora en la eficacia y eficiencia de nuestra industria de la construcción.
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