Ad portas de la primera vuelta electoral, una noticia terrible y desgarradora pasó casi desapercibida en la agenda pública nacional. El viernes 11 de abril, el alcalde José Vitonera señaló que 15 personas habían muerto en el hospital de ESSALUD en Talara, debido a una falla en la provisión de oxígeno medicinal. Vitonera indicó que la situación del hospital es de extrema precariedad dado que carecen de personal sanitario, no hay camas UCI disponibles, y tampoco cuentan con plantas de oxígeno. Lo que se tiene es un isotanque, pero con el número creciente de pacientes COVID, esto ya es totalmente insuficiente. Hasta el momento, ni el Ministro de Trabajo, ni la Presidenta Ejecutiva de ESSALUD, ni ningún otro funcionario han presentado su carta de renuncia por la responsabilidad política que esta tragedia conlleva.
Desde el 2014, y a poca distancia del hospital se viene edificando la Nueva Refinería de Talara (NRT). De acuerdo con su portal web, la NRT tiene un 94 % de avance y “se está construyendo con los estándares más altos de tecnología y competitividad de la región”. Manuel Romero Caro, experto en hidrocarburos, calcula que el monto invertido en la NRT es de alrededor de 6 mil 500 millones de dólares. Si bien se señalan varios beneficios por la puesta en marcha de la Refinería, como por ejemplo proveer combustibles de calidad en todo el territorio nacional, contribuir con reducir la frecuencia de las enfermedades respiratorias y mejorar la balanza comercial, lo cierto es que el multimillonario monto invertido ha tenido poco impacto en los indicadores sociales de Talara.
De acuerdo con data del censo del 2017, el 68.9 % de la población talareña habita viviendas de material noble. El 27.5 % de la población se abastecía de agua por fuera de la red pública y 8.7 % accedía a un punto de abastecimiento público por fuera de la vivienda (por ejemplo, callejones de un solo caño). Entre los que accedían por red pública, el 74 % indicó que el servicio no se brindó todos los días de la semana. En relación con la educación, el 27.1 % de la población de 3 a 24 años, no se encontraba asistiendo a ninguna institución formativa.
¿Cómo se puede explicar esta situación? Una aproximación es desempolvar los textos clásicos de la década de 1960, donde Cardoso y Faletto, en su libro Dependencia y desarrollo en América Latina, establecieron que los países/economías podían ser diferenciados en dos tipos, de control nacional y de enclave. Las economías de enclave son entendidas como un modelo donde existen núcleos económicos sumamente focalizados con alta tecnología y productividad, vinculados principalmente a la explotación de recursos naturales renovables y no renovables (minería, gas, petróleo, agroexportación). La particularidad de estos enclaves es que muestran un nivel de integración nulo o muy bajo con el contexto socioeconómico que los rodea.
Si nos aventuramos un poco, podemos ver que este modelo enclave se repite en varias zonas del Perú, donde hay núcleos con alta tecnología y productividad, rodeados de enormes niveles de pobreza y necesidades básicas insatisfechas. A la luz de los resultados electorales del pasado 11 de abril, este modelo ha entrado en una severa crisis de viabilidad. Pedro Castillo logró el apoyo mayoritario en 10 provincias de las 11 donde se encuentran los proyectos mineros más grandes del país. El candidato de Perú Libre propone la nacionalización de las operaciones mineras y la renegociación de los contratos, con el objeto de que el 80 % de las utilidades se entreguen a favor del Estado y solo 20 % a favor de la compañía.
A manera de conclusión, ¿Qué hacer? Está claro que el modelo de economía de enclave debe dejarse de lado por su inviabilidad. Veo dos alternativas complementarias entre sí, la primera es que los privados se enfoquen en el concepto de empresas y derechos humanos, promoviendo la sostenibilidad y contribuyendo decididamente con la salud y bienestar de la población. La segunda es que el Estado, especialmente a nivel regional y local, debe fortalecerse y profesionalizarse, siendo el aspecto más importante el contar con un servicio civil altamente calificado.
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