La frase “Et tu, Brute” o tú también Bruto, apareció en el siglo XVI en la tragedia de Julio César, uno de los textos maestros de William Shakespeare. En dicha obra, Julio César es asesinado por un grupo de conspiradores, sin embargo, no esperaba ser apuñalado por su mejor amigo. La citada frase es utilizada para hacer referencia a una traición inesperada y dolorosa.
Haciendo un paralelismo, podemos señalar que la ciudadanía peruana, que viene siendo vejada por su clase dirigente desde la fundación de la República, no vislumbraba una traición de esta magnitud en medio de la peor crisis sanitaria de la historia ¿La ciencia peruana también clava el puñal? Empero, el llamado #Vacunagate no es otra cosa que una muestra más del deterioro irreversible del sistema político-institucional peruano. Veamos.
Tenemos el triste récord mundial de tener a todos los presidentes del SXXI involucrados en sonados casos de corrupción. Alberto Fujimori purga condena de 25 años de prisión, Toledo ad portas de ser extraditado de los Estados Unidos, Alan García optó por suicidarse antes de pisar la cárcel, Humala y su esposa ya estuvieron presos y ahora se encuentran a punto de comenzar su juicio, PPK está con arresto domiciliario y las evidencias se acumulan. Vizcarra, luego de ser vacado, está desesperado buscando inmunidad con un partido político que votó a favor de sacarlo de la presidencia.
Sin embargo, la metástasis no es exclusiva del Ejecutivo, de acuerdo con el portal Ojo Público, en los últimos años 57 gobernadores regionales y 2 mil alcaldes han sido vacados, procesados, sentenciados [...] por actos corruptos. De igual forma, el sector privado ha visto que el tsunami Odebretch se llevaba a sus más connotados miembros, dejando al desnudo mecanismos tan nefastos como el “Club de la Construcción”.
Por si fuera poco, este cáncer también carcome a otros poderes del Estado. Imposible borrar de la memoria los audios del juez César Hinostroza, el caso Cuellos Blancos del Puerto y el Consejo Nacional de la Magistratura hundido en el fango. Antes, durante el segundo gobierno de Alan, Rómulo León y Alberto Químper nos regalaron una frase para la posteridad “hicimos un faenón”. El Congreso de la República no podía quedarse atrás. Hay cientos, sino miles de casos que involucran a los padres de la patria. Cómo olvidar acusaciones a Héctor Becerril, Luciana León o Yesenia Ponce. Antes tuvimos a José Anaya, mejor conocido como “come pollo”. En el archivo nacional de la infamia se acumulan expedientes tales como: aviones Mirage, caso Apenkai, congresistas tránsfugas, tractores chinos, Sunat-Borobio, caso Faisal, caso Forsur, Business Track y un larguísimo etc.
Este comportamiento vergonzoso ha creado un abismo entre la ciudadanía y todo el sistema político institucional. Como mencioné en un artículo anterior, citando al Barómetro de las Américas 2019, somos el primer país en América Latina con la mayor “percepción del involucramiento de los políticos en la corrupción”. Por otra parte, ocupamos el último lugar de la región en “apoyo al sistema”. Por si fuera poco, somos el segundo peor evaluado en el rubro “porcentaje que reporta que la gente de su comunidad es algo o muy confiable”.
Como era de esperarse, este derrumbe inexorable a nivel institucional ha tenido nefastas consecuencias en la ciudadanía. La pandemia lo ha mostrado sin anestesia. La tasa más alta de muertos/millón de América Latina en el 2020, el mayor porcentaje de exceso de muertes a nivel mundial, la caída más profunda de la tasa de ocupación de todos los países estudiados por la OIT en la región. Como corolario, los beneficios del crecimiento económico prácticamente ininterrumpido de los últimos 20 años, la joya de la corona del modelo, no resistieron ni dos semanas de cuarentena. A fines del año pasado, el BCRP indicaba que el Perú tuvo el peor desempeño económico de América Latina y del mundo entero. Para colmo de males, no producimos nada y todo lo importamos, equipos de protección, pruebas moleculares, mascarillas, ventiladores. Ni siquiera tenemos un avión para traer vacunas.
¿Qué hacer? Está claro que el próximo gobierno partirá de una posición de enorme debilidad, enfrentando a un Congreso altamente fragmentado que verá por agendas inmediatas y acotadísimas. Para evitar la vacancia, el nuevo presidente tendrá que gobernar a punta de cuestiones de confianza ¿Es eso sostenible?
Queda claro que es necesaria una refundación, un nuevo pacto social, pero construido más allá de la clase política. Veamos la experiencia chilena. Si realmente queremos encaminarnos en las vías del desarrollo, urge un cambio total de 180 grados.
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