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La lucha ideológica en torno al coronavirus

Los países que han logrado contener el COVID-19 tienen en común un Estado fuerte, un sistema de salud pública eficiente, un sistema de investigación científica público-privado de clase mundial y una población que respeta y sigue las orientaciones del Estado.

La epidemia de coronavirus (ahora denominado COVID-19) se inició en la provincia de Wuhan de China, en noviembre de 2019. Al principio, el gobierno de ese país intentó ocultar y minimizar su existencia, sin tomar medidas eficaces para contenerlo, lo que permitió que se expandiera por toda la provincia, y luego por casi todo el país. Durante las primeras semanas, cuando todavía no se conocían las características y letalidad del virus, se siguió expandiendo, primero por el Asia, y luego por todo el mundo.  En estos momentos afecta a 194 países, que suman más de 360 000 personas infectadas, y ha producido 15 400 muertes en muchos de estos países, aunque la mayoría se concentra en Italia, China, España, Irán y Francia. Son países de diverso tamaño, grado de desarrollo, modelo económico, organización política y social. El virus no respeta raza, credo religioso, nivel de riqueza o pobreza, aunque si se ensaña con los más viejos.

Como sabemos, la política (y la ideología) está en todas partes, y se cuela por las más pequeñas rendijas; el virus no podía escapar a su dinamismo. Una de las primeras piedras fue lanzada por nuestro premio nobel: “Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es.” Este provocador argumento ha ido perdiendo peso a medida que pasan los días y se conoce el comportamiento del virus y de los gobiernos del mundo. Italia, España, Francia y Estados Unidos, países capitalistas y democráticos, también minimizaron el peligro, se demoraron en actuar, y hoy están en plena curva ascendente de casos, incluso con más muertos que en China. Es difícil atribuir el surgimiento y desarrollo del virus al signo político del país en que se expande. Se trata de una polémica subjetiva y bastante descaminada a la que llama Vargas Llosa, por lo que de seguro van a ser muy pocos los que recojan el guante.

En lo que sí, la discusión recién está empezando y amenaza en convertirse virulenta (sic) y acalorada, es en el tipo y calidad de las políticas que los gobiernos están implementando para combatir al virus, controlarlo, y eventualmente derrotarlo. Todos los ojos, la mayoría en pánico, los están mirando.

Italia es uno de los países más afectados por el nuevo coronavirus.
Italia es uno de los países más afectados por el nuevo coronavirus. | Fuente: EFE | Fotógrafo: Claudio Martinelli

Los países que ya han logrado contener al virus y evitar su expansión son cuatro: China, Corea del Sur, Singapur y Taiwán. El primero la contuvo después de varios meses de penurias y muchas muertes, con duras medidas de aislamiento y control social, cuando el virus ya estaba muy avanzado. El segundo lo logró controlar cuando el virus estaba en la fase dos y tres, es decir, en estado intermedio. Y, finalmente Singapur y Taiwán lo controlaron en su primera fase, con muy pocos infectados y muertos ¿Qué tienen en común estos tres países? Ciertamente no es su régimen político, tres son capitalistas y uno socialista. Lo que sí tienen en común es un Estado fuerte, un sistema de salud pública grande y eficiente, un sistema de investigación científica público-privado de clase mundial, una población que respeta y sigue las orientaciones del Estado.

En otros países, como Estados Unidos, Italia, Reino Unido y Brasil, sus actuales gobernantes no creen en el Estado, solo confían en el sector privado y en el mercado. Por ello, en el pasado reciente, desmantelaron y debilitaron la salud pública, y ahora, están priorizando las políticas de reactivación y de estímulo económico en lugar de las políticas de salud, priorizando a las empresas y no la vida de las personas; están alentando las respuestas aisladas del sector privado y de los ciudadanos (como por ejemplo entregarle 2 000 dólares a cada habitante). Contraponen la idea de la libertad individual y empresarial, frente al autoritarismo y opresión del Estado. Trump, Johnson y Bolsonaro, son sus vitriólicos voceros y ejecutores.

A diferencia de la polémica sobre los culpables del surgimiento del virus, esta discusión si va a tener ganadores y perdedores. Los resultados de las decisiones que se tomen en estos días van a determinar qué gobiernos se quedan, qué gobiernos se van, que modelos económicos y sociales quedan, y cuáles pasarán a la historia. Para mirar este partido en primera fila, no vamos a tener que hacer grandes colas, ni pagar sumas exorbitantes, estamos todos obligados a verlo encerrados en nuestras propias casas.

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Decano de la Facultad de Ingeniería y Gestión de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Ingeniero Industrial de la UNI y magíster en Economía de la PUCP. Ex ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, se desempeñó como funcionario del BID, director de COFIDE y presidente de la Comisión organizadora del CEPLAN. Primer presidente de COPEME (Consorcio de Instituciones Privadas de Promoción de la Micro y Pequeña Empresa). Autor del libro Picadura del Escorpión y de otros sobre el desarrollo de las mypes, empleo e innovación tecnológica.

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