A Lorena aún le cuesta entender cómo no puede encontrar solución al problema que está viviendo con su pareja. Tantos años estando juntos, tanto amor de por medio y aun así no encuentra una salida. Lo ama, se dice a sí misma, realmente lo ama; pero no entiende por qué es tan infeliz. Ambos pelean todas las mañanas por razones que ya ni vale la pena mencionar. Ella no tolera la manera en la que él maneja sus inseguridades y él no aguanta la forma en la que ella afronta las discusiones. Los debates llegan a puntos extremos y consecuencias emocionalmente desgastantes. Lo ama, pero en realidad no es feliz.
¿Acaso el amor no basta?
El amor va más allá de aquellas expresiones de afecto tan masticadas en nuestro lenguaje romántico cotidiano. Los abrazos, más conocidos como “apapachos”, son una linda forma de comunicar lo que sentimos de otra persona, pero no son la única. Y es que cuando uno siembra amor, aparecen como estampida los besos, las palabras bonitas, las caricias, el sexo, los bailes y las sonrisas; aunque no siempre toca a la puerta un componente básico en esta ecuación de emociones: LA ACEPTACIÓN.
Cuando hablamos de amor, es importante considerar a la aceptación como su fiel escudera. En una relación, uno no solo debe aceptar las cosas que le gustan del otro, ya que si fuera así todo sería aparentemente muy fácil. Aceptación implica tolerar, manejar y/o entender características que no te gustan de tu pareja. Las personas no son perfectas y siempre encontraremos aspectos que no nos gusten de ellas.
Para poder conseguir paz y una felicidad estable en el tiempo, el amor necesita expresarse en la relación por medio de dicha aceptación. Eso no significa que tenemos la OBLIGACIÓN de permitir todas las características del otro. Lamentablemente, en este proceso de conocimiento pueden aparecer cosas en la pareja que nunca podrás aceptar o tolerar. Formas que pueden ir contra tu esencia o contra tus propios valores.
Existirá una salida si tu pareja está dispuesta a cambiar eso que no toleras, de lo contrario lamentablemente podría ser el final. Dar por terminada la relación inevitablemente traerá tristeza ya que esta emoción suele aparecer frente a la pérdida de algo importante para nosotros. Si aparece este sentimiento no significa que estés tomando una decisión equivocada, sino que es evidente que tendrás que afrontar la pérdida de lo que te gustaba de la otra persona.
Si llega este momento, ten cuidado de echarte atrás por las razones equivocadas, ya que existen dos emociones que pueden confundirte al tomar esta decisión. El miedo (a quedarte solo, a tomar una decisión equivocada, a perder el amor de tu vida) y la culpa (a hacer daño a la pareja, a haber “fracasado” en la relación, a herir los sentimientos de otras personas), pueden presionarte a mantener la relación sin que tomes en cuenta el AMOR y sobre todo la ACEPTACIÓN. Podrían llevarte al extremo de dejar de ser tú mismo, perder tu esencia o caer en la complacencia. Al final, es un paliativo momentáneo que solo alargará un final del que no se puede escapar.
Para asegurar que los pasos que des te acerquen a tu propia felicidad, recuerda que el compromiso de amor más importante que hagas, siempre será contigo mismo(a); y que detrás de esos “apapachos” encantadores tendrá que haber cimientos fuertes construidos en base a la aceptación del otro.
Comparte esta noticia