El coronavirus ha reconfigurado la economía, nuestros hábitos de consumo, la forma como nos relacionamos y el entorno laboral; pero los cambios en el país y en el mundo ya nos habían planteado, antes de la COVID-19, la necesidad de reexaminar la forma como veníamos desarrollando los negocios para demostrar la integridad y el buen comportamiento de las empresas.
Las empresas requieren renovar el enfoque y todas las acciones que emprendan en esta dirección serán importantes para su reputación y su posicionamiento en el mercado. En esta nueva etapa, la prioridad es resolver problemas, atender necesidades y aportar valor, al mismo tiempo que generamos ganancias.
De acuerdo con el estudio realizado por Ipsos Perú en mayo de este año, el 77% de los consumidores peruanos indican que la confianza en la marca es lo más importante al momento de comprar, frente a un 70% en Estados Unidos y un 65% en Latinoamérica. Existe una relación entre el éxito del negocio y la confianza en la marca, pues una empresa confiable genera mayor lealtad en sus clientes y trabajadores, y la confianza del público depende de que la empresa pueda demostrar coherencia, consistencia y autenticidad en sus acciones del día a día.
¿Por dónde comenzar?
1.- Una empresa con propósito no es una declaración ni un nuevo proyecto de responsabilidad social. El propósito se define identificando cuál es su rol en la sociedad y como puede crear valor real desde lo que sabe hacer, logrando impacto social y crecimiento del negocio.
2.- El propósito debe conectar con la sociedad. Se requiere que los líderes de la empresa tengan la capacidad de comprender lo que es de mayor importancia y preocupación para las personas, para que sea aceptado y genere confianza.
3.- Debe ser incorporado en el modelo de negocio, es decir, en el ADN de la empresa. Es un cambio estructural que transforma el comportamiento de la organización en sus actividades del día a día, para que el compromiso sea auténtico y puedan mantenerlo en el tiempo.
Debemos considerar que las decisiones de las empresas son cada vez más visibles a través de las redes sociales, y cualquier inconsistencia entre lo que dice y lo que hace puede identificarse muy fácilmente impactando en su credibilidad. Esto hace la diferencia entre las que están comprometidas genuinamente y las que no.
Asimismo, las generaciones más jóvenes esperan que el discurso de las empresas acerca de tener un propósito se convierta en acciones concretas incorporando las necesidades de la sociedad a la estrategia de negocio. En el Perú, el 79% de los millennials -que en su grupo más antiguo está cerca de cumplir los 40 años- indica que es importante que las marcas que compran tengan una contribución positiva en la sociedad y el 72% trata de comprar productos de marcas que actúen responsablemente, según un estudio de Ipsos Perú.
El mundo espera de las compañías un enfoque más social y ético, y para trazar una estrategia orientada a la sostenibilidad del negocio en el largo plazo sus líderes deben tener la capacidad de entender el entorno más allá de la coyuntura. Es el momento para que las compañías y sus líderes definan quienes son a través de sus decisiones.
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