En los últimos años decenas de pescadores del norte del país han sido atacados por piratas que los despojan de sus herramientas de trabajo, aparejos y motores; y en el peor de los casos, la vida. Solo en el último año, 15 pescadores murieron producto de estos ataques . En el sur, los pescadores de Ica reclaman mayor protección contra prácticas similares en los puntos de desembarque. En la pampa se seca anchoveta destinada al consumo humano que se convertirá en harina de pescado ilegal para alimentar aves de corral. En algunos muelles se descarga la pesca sin mayor control y el producto no figurará en ninguna estadística oficial. Se importan aletas de tiburones con documentación cuestionable y en volúmenes que contradicen su origen declarado como pesca incidental. Se comercializan especies de pescado en plena veda o por debajo de las tallas mínimas establecidas. Nos sirven tilapia, pero nos dicen que es reineta.
Las actividades ilegales son moneda corriente en el sector pesquero. Esto no es ningún secreto y a pesar del esfuerzo de los organismos involucrados, aún existe una amplia agenda pendiente por resolver. Lo peor que puede pasar es que continúe la indiferencia ante esta situación.
En el meollo del asunto están los limitados recursos económicos que se asignan a la gestión de la pesca en el país. Solamente las pesquerías industriales de anchoveta y otras especies cuentan con sistemas de control adecuados, aun cuando se cuestiona ocasionalmente su idoneidad y transparencia. El resto de los recursos marinos recibe mucho menor atención y pasa por debajo del radar del control y la supervisión.
De otro lado, tenemos las mismas debilidades institucionales que manifiesta el sector forestal, solo por poner un ejemplo. En un extremo, la falta de capacidades para la ejecución de las tareas, que muchas veces se encubre o disimula por un malentendido orgullo institucional, y en el otro, la corrupción enquistada en las diversas esferas del Estado.
Al terminar un año de mucha actividad política y el llamado presidencial, así como de parte del sector privado, para combatir la corrupción, es propicio plantear algunas ideas para el futuro inmediato. Para empezar, hay que evidenciar el problema en todas sus dimensiones mediante transparencia y acceso a la información. No del tipo que tenemos actualmente, hoy en día se debe presentar una carta o llenar un formulario de solicitud para recibir un exasperante archivo escaneado a partir del cual hay que volver a ingresar manualmente la información. Necesitamos información accesible y oportuna que siga las normas de Open Data en formatos amigables para el usuario final. Desde Oceana, analizamos el estado de la transparencia de las principales pesquerías peruanas y se entrevistó a más de 200 profesionales del sector, quienes reconocieron un limitado acceso a la información y la falta de espacios institucionalizados para la discusión pública.
En segundo lugar, requerimos crear capacidades en la sociedad civil para la Vigilancia Ciudadana efectiva. La democratización del acceso y generación de información ha generado más espacios de discusión y análisis entre jóvenes profesionales, tal como demuestran las investigaciones periodísticas basadas en data pública o las hackáthones contra la corrupción. No es difícil imaginar las ventajas de tener a grupos de ciudadanos informados revisando bases de datos públicas de desembarcos, precios, transacciones comerciales, permisos de pesca, registros de sanciones y así sucesivamente.
Finalmente, hay que dedicar más recursos al control y vigilancia de nuestros mares. No solamente cuidar el espacio físico sino además los recursos que nos provee y quiénes los usan. Recordemos que esta no es solo tarea de la marina a través de DICAPI sino que, con las herramientas adecuadas, como la plataforma abierta Global Fishing Watch; se pueden incorporar a los pescadores y a otros usuarios del mar. Cuidar el mar peruano es una tarea enorme, pero con voluntad y decisión política podemos cumplir con el encargo que recibimos de Grau, y mejor aún, entregarles un mar productivo y saludable a sus herederos.
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