El desarrollo de un país se mide de forma práctica por el nivel de bienestar de la población, para lo cual es imprescindible reducir los niveles de pobreza. Sin embargo, para alcanzar este objetivo es necesario contar con un adecuado crecimiento de la producción que genere mayor empleo formal, que trae consigo un incremento de los ingresos de los trabajadores y, como consecuencia, un mayor consumo.
Si analizamos el periodo trascurrido entre 2008 y 2012, la economía peruana creció en promedio 5.4% anual, lo cual permitió que el empleo formal del sector privado se incremente en 7.8% anual con un ratio de empleo formal versus PBI de 1.4. Es decir que, por cada punto del crecimiento de la economía, el empleo formal del sector privado crecía 1.4% (Fuente BCRP – MTPE). Este crecimiento permitió incrementar el bienestar de la población y reducir los niveles de pobreza en ese periodo en 11.5 puntos porcentuales, pasando de 37.3% en 2008 a 25.8% en 2012.
En el periodo comprendido entre 2013 y 2017, la situación fue distinta. Si bien la economía creció, lo hizo a menores tasas. En ese periodo, el Perú creció anualmente 3%, en promedio, y el empleo formal llegó a una tasa del 2,4% al año, alcanzando un ratio de empleo formal privado versus PBI de 0.8, por lo que la pobreza bajó en solo 2.2 puntos porcentuales, de 23.9% en 2013 a 21.7% en 2017.
El principal reto que tienen el sector privado y el Estado peruano para lograr una estabilidad a largo plazo es continuar reduciendo los niveles de pobreza, lo cual necesita de reformas estructurales para elevar la productividad y hacer más eficiente la economía. Según la Gerencia de Estudios Económicos y Sociales de la Sociedad Nacional de Industrias, debemos crecer al menos 6% anual para reducir de forma significativa los niveles de pobreza.
Para alcanzar esta meta, es necesario promover la inversión privada en actividades productivas, con reglas claras, estabilidad jurídica y una adecuada reforma laboral que promueva el empleo en todos sus niveles, reduciendo la sobre regulación y la rigidez existente.
Otro punto importante es una política tributaria que promueva no solo la reinversión de los excedentes, sino que también promueva la investigación, desarrollo e innovación. Asimismo, en forma paralela, es necesario promover la formalización de ese 70% de la economía que no tiene acceso a los beneficios del sector formal, además de combatir la ilegalidad disfrazada de informalidad que tanto daño hace a nuestra economía. Por otra parte, el sector educativo -a través de universidades e institutos tecnológicos- debe preparar a los profesionales con las competencias que requiere el mercado, buscando la transformación digital para incrementar la productividad.
Tenemos un gran reto por delante, pero en un mundo globalizado, un país con la biodiversidad y riqueza nacional como el Perú, sumado a la creatividad y la alta calidad de la fuerza laboral debidamente capacitada, nos permitirá alcanzar nuevos mercados con productos diferenciados. Juntos, empresa privada, Estado y la academia, ganaremos la batalla contra la pobreza, siguiendo el camino del crecimiento económico y la formalidad.
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