Un reciente conversatorio organizado por el Centro Cultural Brasil-Perú y presidido por la poeta y profesora universitaria Violeta Barrientos sirvió para que un grupo de mujeres reflexione sobre su experiencia como artistas. El encuentro se produjo en el marco de la Expo Mujer CCBP, una muestra colectiva en la que se presentaron las pinturas, esculturas, grabados y fotografías pertenecientes a más de treinta artistas peruanas y brasileñas. Las participantes del conversatorio fueron Rebeca Dorich, Verónica Noriega, Rocío Riesco, Geraldine Neciosup, Zoila Reyes, Guadalupe Vivanco (actriz) y Olga Flores.
Una de las primeras preguntas realizadas por Barrientos tuvo como propósito averiguar si el hecho de ser mujer había dificultado su desempeño artístico. “En un contexto social y cultural que suele favorecer a los hombres, ¿cuáles son los problemas que se pueden encontrar al querer expresarse por medio del arte?” A excepción de una de ellas, la mayoría de las invitadas contestó que, contrario a lo que se suele pensar, los problemas o dificultades no son tantos como se cree. “En un entorno en el que dedicarse al arte ya es difícil por la falta de interés y la falta de apoyo económico, los problemas que encuentra una mujer casi son los mismos que suele encontrar un hombre”. Sin embargo, esto no significa que elegir este camino haya sido fácil. Muchas de ellas tuvieron que enfrentarse a la idea tan extendida de que las mujeres solo debían pensar en el matrimonio, en la educación de sus hijos y en el cumplimiento de los ritos y exigencias sociales. Tomar la decisión de dedicarse al arte les costó mucho, pues no había referentes cercanos a los que se podía acudir (“los artistas más que más recuerda la historia siempre son hombres”, comentaron). No obstante, algunas de las presentes recordaron que fue en la propia familia que encontraron el apoyo necesario para continuar con su elección. Un padre, un tío o una madre fueron las personas claves para confiar en ellas mismas y desenvolverse con mayor libertad.
La segunda pregunta de Barrientos fue en torno a los lenguajes y los materiales utilizados por las artistas. ¿Por qué elegir la pintura, el grabado, la escultura o la actuación? Aquí las respuestas fueron muy variadas, pues las participantes se inclinaron a ofrecer algunas interpretaciones de sus obras antes que a hablar de su lenguaje. No obstante, esto no impidió que surgieran algunas reflexiones sobre los temas que intentaban expresar, tales como el cuerpo, la nostalgia, la independencia o el ciclo vital. Los dibujos de las mujeres ambulantes realizados por Geraldine Neciosup, el autorretrato con semillas de jacarandá brasileña hecho por Verónica Noriega y el grabado titulado “Cada mes”, de Zoila Reyes (un pliego largo de color rojo y blanco), son diferentes alusiones al paso y al testimonio del tiempo. De alguna manera, es como si estas artistas estuvieran interesadas en plasmar y perennizar, al menos por un instante, el tránsito vertiginoso e inasible de la vida.
Conversatorios como estos pueden parecer a primera vista un poco restringidos, en tanto que son espacios en los que solamente participan mujeres, pero también son una oportunidad para conocer las diferentes experiencias y percepciones que pueden surgir alrededor del arte. Por mucho tiempo el arte y la historia del arte ha estado en manos masculinas. “Ustedes, los que siempre hablan, ahora han tenido que callar para escuchar”, le dijo Barrientos a los hombres presentes en la sala.
No me encuentro más de acuerdo. Creo que este es el momento de escuchar, luego llegará el momento de crear y compartir escenarios en igualdad de condiciones, lejos de las distinciones y diferencias que a veces se pueden encontrar en el camino.
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