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Cómo combatir psicológicamente al coronavirus

Es necesario estar listos para la batalla psicológica que seguro ya se está gestando en muchas de nuestras mentes.

Frente a la situación mundial y a los primeros casos de coronavirus en nuestro país (que ya son trece en el momento de escribir este artículo) no nos queda más que estar preparados no solo con las indicaciones de cómo cuidarnos y las medidas de higiene. También es necesario estar listos para la batalla psicológica que seguro ya se está gestando en muchas de nuestras mentes.

Podemos experimentar varias sensaciones y emociones. Algunas naturales, otras no tanto. Revisemos una a una y tomemos también las medidas psicológicas pertinentes de acuerdo con lo que cada uno de nuestros familiares pueda estar experimentando.

1.- Miedo

Primera emoción muy natural que puede emerger dado que está directamente ligada a nuestro instinto de supervivencia. El miedo emerge cuando sentimos que una situación es peligrosa. Predispone a la huida, a la protección. Es saludable sentirlo en cierta medida porque de lo contrario no nos cuidaríamos.       

No todos lo sentirán, muchos tomarán con calma está situación, pero otros no podrán evitar sentirse preocupados, con temores. Más aún si nos sentimos desprotegidos con nuestro sistema de salud. Más aún si tenemos familiares mayores en riesgo de complicación o pequeños con trastornos respiratorios. He de confesar que yo siento cierto grado de temor, con una madre muy mayor y una hija pequeña, ambas con problemas respiratorios.

Frente al miedo:

* Evitar entrar en pánico. Ojo, esto en especial para las personas ansiosas, a quienes la ansiedad las puede llevar a estar demasiado intranquilas. Poner las cosas en su perspectiva real, no adelantar un futuro catastrófico.

* Manejar el miedo estando bien informados de lo que está ocurriendo, tomando todas las precauciones, siguiendo todas las indicaciones para evitar los contagios.

* Emplear técnicas de relajación y meditación que nos permitan estar en equilibrio emocional, ya que como adultos somos los responsables de tranquilizar a los niños, niñas y adolescentes.

* Evitar hablar exageradamente del tema o asustados delante de los niños. Ellos no merecen recibir ansiedad de los adultos.

* Para minimizar el miedo en los niños y adultos mayores, mantenerlos bien informados. Es peor que escuchen cosas e imaginen en su mente lo que no entienden. Dar espacio al diálogo y a contestar sus preguntas. Contestarles con serenidad.

| Fuente: EFE | Fotógrafo: Alberto Valdes

2.- Enojo: molestia, irritación, fastidio, ira, e inclusive indignación.

En cualquiera de sus formas, desde las menos hasta las más intensas. Podemos sentirnos así por muchas razones: sentir que ya se deberían estar tomando medidas más drásticas, ver lo inefectivo de nuestro sistema de salud (no es un secreto que no estamos preparados), ver lo irresponsable que es la gente que sigue saliendo a las calles resfriada, así sea un simple resfrío, entre muchas más.

Sentir enojo es natural, también es otra emoción que nos permite protegernos, luchar cuando tenemos que enfrentar un obstáculo.

Frente al enojo:

* Calmarnos, no vamos a solucionar nada en ese estado, pero sí, una vez identificada la causa, hacer lo posible por canalizar nuestras inquietudes y protestas.

* Hablar de lo que sentimos y pensamos con interlocutores que nos ayuden y no que exacerben los ánimos. Intentar encontrar soluciones juntos.

* No enojarnos con los niños y adultos mayores, ellos no tienen la culpa de nuestro enojo, ellos no entienden bien toda la situación.

* Entender y validar el enojo que puedan estar sintiendo. Ayudarlos a canalizar. Los niños no sentirán tanto enojo (más sentirán miedo), pero los adultos mayores sí podrían caer en mal humor y estar renegando. Evitar que lo hagan delante de los niños.

* Evitar discusiones de pareja por este tema delante de los familiares. A veces la pareja no está del todo de acuerdo con algunas medidas a tomar, sobre todo si uno está más preocupado y su pareja tiende a minimizar los hechos. Es importante dialogar y llegar a acuerdos.

Las medidas que ha tomado el gobierno hoy seguramente ya estarán calmando los ánimos de muchos de nosotros.

3.- Impotencia:

Es lógico sentirla cuando algo escapa de nuestro control. Y esta es una situación que escapa de nuestro control personal, del margen de acción que uno tiene.

Frente a la impotencia:

* Aprender a lidiar con la incertidumbre, con lo que no podemos controlar. Eso no significa dejarnos vencer, significa hacer lo que a cada uno le toca hacer.

* Hasta que las cosas mejoren en el mundo y no sepamos qué sigue en nuestro país, mantener la calma, la sensatez.

* Si ya te tocó estar en cuarentena, más paciencia aún. Tratar de que en casa haya un clima familiar agradable, a pesar de que haya enfermos o potenciales enfermos. Aprovecha al menos que están juntos como familia, en hacer cosas juntos, conversar, revincularse. Si la coyuntura nos lleva a estar juntos, pues aprovechémosla de alguna manera.

Podría seguir escribiendo mucho más, hay muchas más emociones que pueden emerger, tal vez en un próximo artículo, pero creo que estas son las primeras que van emergiendo.

Si bien no estamos aún en una crisis, todos tenemos que sumar para que esto no ocurra.

Nos toca a todos poner el hombro. Es una excelente oportunidad para demostrar que somos solidarios. Que nos queremos como peruanos.

¿Cómo?

Actuando desde lo que a cada uno le toca. Siendo responsables. Siguiendo todas las recomendaciones y no saliendo de casa si estamos con síntomas de resfrío, gripe o síntomas similares al coronavirus, aunque no lo tengamos.

Yo ya estoy en eso, mi pequeña cayó el viernes con problemas respiratorios. Luego por cuidarla, obviamente me contagió. Ambas estamos enfermas en casa. Por eso no estaré en Sin Vueltas estos días. No saldremos de casa hasta estar saludables. Si bien su pediatra afirma que es rinofaringitis y asma bronquial, estamos tomando todas las medidas.

Llamé al Minsa. Demoraron en contestar. Cuando lo hicieron me preguntaron varias cosas y me dijeron que no aplicábamos, que no habíamos llegado del extranjero, que no habíamos estado en contacto con gente enferma. En tal caso, no vendrán. ¿Nos quedaremos con la duda? ¿Si insisto vendrán? No me preguntaron ni mi nombre, me atendieron apurados, yo era la que iba con calma repreguntando por qué no podrían venir.

Intuyo que no se dan abasto. Que las pruebas son solo para los que aplican. Estoy tranquila porque en nuestro caso estamos medicadas y los antibióticos están haciendo efecto, por tanto, queda minimizada la posibilidad del coronavirus. Pero igual, no lo sabremos nunca si no hay una prueba de descarte.

¿Que nos toca? Repito: ser solidarios y responsables. Protejamos a los demás. Si tenemos que quedarnos en casa aprovechemos en meditar, revisar nuestra vida, volver a establecer prioridades y estar con la familia.

Con mucho cariño.

Esperando haberlos ayudado un poco con nuestro intenso mundo emocional que puede a veces ser más terrorífico que la realidad. Por ahora todos tranquilos tomando precauciones.

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Conductora de "Sin Vueltas" programa radial de RPP. Psicóloga clínica y educacional, Magíster en Docencia Universitaria. Terapeuta familiar sistémica en contextos educativos. Autora de libros de autoayuda para niños y adolescentes.

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