Entre las muchas cualidades de los peruanos, que no apreciamos en su debida dimensión, está su capacidad de generar su propio sustento. Eso que en el mundo se llama orientación empresarial y que puede ser la base del desarrollo futuro de nuestro país.
Desde hace años, los peruanos están entre los primeros en casi todos los rankings mundiales de emprendimiento, pues dos de cada tres peruanos quieren crear su propia empresa; mientras que eso solo ocurre en uno de cada tres europeos, por ejemplo.
Pero más interesante aún es que aquí, en el Perú, pasamos del deseo a la acción, pues como mostramos en nuestro libro ‘Perú, el país más empresario del mundo’; con más de 3 millones de empresas registradas en la SUNAT, tenemos muchos más empresarios como porcentaje que Chile, que tiene 18; Colombia, 21; y China, que registra una empresa por cada 32 chinos.
¿Sabía usted que Argentina, con 45 millones de personas; es decir, 50 % más de población que el Perú, tiene 900 000 empresas? Un tercio de lo que tenemos aquí. Sin duda, la necesidad de supervivencia de nuestros paisanos genera gran parte de ese espíritu empresarial, pero nuestros estudios hoy muestran que si hace una o dos generaciones ese fue el impulso inicial, hoy la mayoría lo hace por no depender ni del Gobierno ni de otros, y también por el gusto y por la oportunidad de hacerlo.
¿Qué conclusiones prácticas podemos sacar de esta realidad? Primero, que las autoridades entiendan que una gran cantidad de peruanos, la mayoría en realidad, más que esperar que el Gobierno les regale cosas o les cree feriados, espera que les dé facilidades para que su taxi, su quiosco, su taller o su fábrica puedan trabajar y crecer.
Que los políticos sepan que las mayorías defienden tanto a sus empresas y a sus emprendimientos que son capaces de tomarlas incluso dentro de la informalidad. Y que las empresas grandes y los conglomerados vean en este gran espíritu empresarial a millones de socios potenciales, a talleres, bodeguitas, quioscos y otros que podrán ser parte de sus cadenas de producción y distribución.
Deben ver también que ese 70% de peruanos con alma empresaria agradece la posibilidad de trabajar en las empresas más grandes y organizadas, aprendiendo y desarrollando ahí emprendimientos para ellos o sus familias. Todos terminan ganando.
Habiendo mucho por mejorar, los peruanos debemos agradecer que somos una nación que no se deja derrotar y, en vez de esperar ayuda, se esfuerza por solucionar sus problemas. Porque en eso no solo somos diferentes al resto, sino somos primeros en el mundo. Ante esta realidad, estimado paisano, ¿qué podemos hacer para que este inmenso potencial empresarial peruano se convierta en un eje para el desarrollo futuro del país?
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