Durante el 2019 se han reportado 160 casos de feminicidio, la cifra más alta de los últimos años, que no incluye a las mujeres trans como debiera. 160 familias pasarán la Navidad con una silla vacía y 190 niñas y niños huérfanos. Nos están matando, y hay que decirlo en primera persona para encarnar ese dolor que nos moviliza, porque si a una mataste a todas nos mataste, somos mujeres y nos toca luchar.
La bestia está suelta, está en la casa, en el trabajo, en el colegio, en las calles, en la cama, en todas y todos, acecha permanentemente y se llama violencia, es poderosa, y se usa para dominar, para imponer, para callar, para vivir con miedo, para evadir la realidad. Es tan común y tan frecuente que parece “normal”, pero no lo es. Por eso es indispensable darnos cuenta y para ello, debemos educamos en casa, en la escuela y a través de todos los medios porque somos seres humanos, porque nuestro cuerpo es solo nuestro, porque nadie tiene derecho a tocarnos si no queremos, porque nadie debe transgredirnos, porque no somos propiedad privada, y porque debemos amarnos por sobre todas las cosas.
Alguien dirá que 160 casos de feminicidio no son muchos o que siempre se ha asesinado mujeres, pero lo que estamos diciendo hoy por hoy, es que ya no queremos ni un caso más, que ya no estamos dispuestas a tolerarlo, que estamos entendiendo que no son hechos aislados ni asuntos de parejas, estamos claras de que la violencia contra las mujeres es de raíz estructural, que es el síntoma más abominable del patriarcado, que nace, crece y se reproduce todo el tiempo, y que el sistema capitalista-neoliberal lo acuna miserablemente cuando las mujeres no tenemos las oportunidades para salir adelante, cuando las brechas de desigualdad son mayores en nuestros casos.
La lucha es por la vida, no cualquier vida, una vida en paz, digna, que nos permita levantarnos todos los días y decidir sobre nosotras y sobre lo que queremos hacer, una vida con educación, salud, amor, justicia; con alegría que podamos compartir con otras y otros en relaciones de igualdad. Una vida feliz.
Nos toca nuevamente como mujeres y varones, sin importar el lugar que tenemos en la sociedad, actuar frente a la violencia, reconocerla y enfrentarla con nuestros mejores recursos, nos toca dialogar con nuestras familias qué significan estas pérdidas y actuar para protegernos entre nosotras. En algún minuto de estas fiestas navideñas, intenta sentir que una de esas mujeres asesinadas pudo haber sido tu madre, tu hija, tu hermana, tu mejor amiga, que ninguna está a salvo si no nos fortalecemos para que nadie nos arrebate el poder sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, y que debemos exigir al Estado que asuma el rol que le corresponde, a través de políticas y servicios pertinentes y de calidad. Nos hemos declarado en pie de guerra contra el patriarcado, los violadores, el sistema y la bestia.
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