Toman elementos del rap, el reguetón, el pop y el hip hop y en sus letras transgresoras abundan las críticas sociales. Conoce al trío de músicos que busca romper los esquemas con sus canciones.
Paulo Pererira (28), Daniel Valencia (24) y Valeria Valencia (29) conforman una agrupación que no se parece a ninguna otra: “Mi puga mi pishgo”. La primera etapa de la banda fue, como lo dice su vocalista, “una suerte de berrinche”. Estaban molestos con la vida, con el amor, con todo y querían utilizar códigos y elementos del hip hop y del rap para expresar sus emociones “sin filtro”.
La original banda se alimenta de la música que ha sido discriminada y marginada. A pesar de que uno de sus integrantes solía ser hermético y rechazaba el reguetón y la cumbia, hoy “se ha sacado la venda de los ojos”, y respeta a todos los géneros por igual. No obstante, "Mi Puga Mi Pishgo" no busca apropiarse de ninguno: cada tema compuesto por Valeria es únicamente una interpretación.
Y es que su música es hipnotizantes y pegajosa. En la actualidad, creen que atraviesan una etapa “extraña” al no tener un único género, pero no en vano telonearon, en el 2017, a la agrupación de rock argentino “Babasónicos”. Su más reciente sencillo, “Bagre” es un tema “romántico y triste”, que nos transporta hacia las aguas del Amazonas y nos comprueba que el talento les sobra.
¿De dónde viene el nombre “Mi Puga Mi Pishgo”?
P.P: Viene de Cajamarca. “Puga” significa vagina y “pishgo”, pene. Yo a Valeria la conozco desde el 2007 y habíamos intentado hacer varios proyectos pero no funcionaron. En una época en la que los dos estábamos un poco tristes (no, muy tristes en verdad) iba a su casa y componíamos canciones en su computadora y las íbamos subiendo a internet.
V.V: Al comienzo éramos solo Paulo y yo. Tratamos de buscar un nombre que nos representara. Fuimos probando nombres para grupos y en un momento estábamos hablando de juegos para tomar y hay uno que se llama “mi chicha, mi pinga”, en el que dices “mi vagina es” y empiezas a dar adjetivos con todo el abecedario y si te quedas sin adjetivo en una letra, pierdes y tomas. Y bueno, Paulo me contó que en Cajamarca a la vagina se le dice “puga” y al pene "pisgno". Así hicimos ese juego de palabras.
No solo el título de su banda es trasgresor, sus letras también lo son.
V.V: Cuando empezamos a consolidar la música nos agarró una etapa bien ‘alpinchista’, por así decirlo, porque los dos estábamos super molestos con la vida, con el amor, con todo. Empezamos a escribir cosas y hay un código que utilizamos bastante que es el del hip hop y el rap. No te estoy diciendo que hacemos hip hop o rap, pero tomamos elementos de ellos.
¿Cuál es el mensaje detrás del tema "Bagre"?
"Bagre", dentro de todo, es una canción romántica y bien triste también, porque se trata de un bagrecito —o bagrecita, o bagrecite— que lo han dejado y se ha quedado solo. Estábamos hablando con el negro que en el Amazonas los bagres andan juntos porque se pierden y son ciegos.
P.P: Los pescados, en general, lo son, porque como el agua es muy oscura y los pescados de aguas turbias son ciegos. Y bueno la guitarra es bien cumbiambera, tiene este toque de “Los Mirlos”, este lamento andino que es melancólico pero con un beat un poco más festivo, para bailar.
Ahora que hablamos de Los Mirlos, ha habido una enorme polémica por la inclusión de agrupaciones de cumbia en el festival Vivo X el Rock…
V.V: Yo solo iría al Vivo X el Rock por Armonía 10. En un principio se especulaba mucho sobre qué agrupaciones iban a participar y The Strokes está bien… pero las demás bandas repiten lo mismo y cuando salió el line-up oficial y vi a Armonía 10 y pensé: solo por ellos de todas maneras iría. Mi familia es de Piura, de Chiclayo y la cumbia es parte de nuestra cultura. Nosotros consideramos que no puedes discriminar a la música por género. Te puede gustar o no te puede gustar, eso es completamente distinto. Por ejemplo, en lo personal no me gusta la bachata y sería una estúpida si dijera “qué asco la bachata” porque tiene guitarras increíbles. Que no me guste es mi problema, pero no la puedo desvalorizar. Seríamos bien tontos al discriminar un género netamente popular y peruano como es la chica y la cumbia. Nosotros nos hemos criado con Los Mirlos, es imposible discriminarlos.
P.P: El disco que estamos preparando habla, entre líneas, de eso. Nosotros nos alimentamos de la música que se ha discriminado, que se ha marginado. Yo solía ser bien hermético y me rehusaba al reguetón y la cumbia, pero eso ha cambiado con el tiempo. El rechazo que hay hacia la cumbia y el reguetón tiene una gran cuota de racismo. Consideramos que cada género puede alimentar lo que nosotros estamos haciendo.
Algo similar sucede con el reguetón.
V.V: Del reguetón se dicen un montón de cosas: que no es música, que tiene dos acordes… (que dicho sea de paso, el bolero de Ravel también tiene dos acordes), pero a lo que iba es a que se le discrimina porque es escuchado por ciertas personas. Es un género que es sexual… por ejemplo, yo escucho reguetón lésbico porque soy lesbiana.
¿Existe el reguetón lésbico?
V.V: ¡Sí! Es genial. Obviamente va a ser así porque el reguetón es explícito y viene de un género, el dancehall, que es super sexual, entonces no esperes otra cosa. Por ejemplo, en “Quiero Bailar” de Ivy Queen, ella te dice: “quiero pegarme pero no quiere decir que voy a hacer algo contigo. Es una reina”. Otro ejemplo: amo y adoro a J. Balvin y a Bad Bunny, pero Maluma me parece un machista de mierda. La verdad es que cualquier género puede ser machista en una sociedad en la que el machismo es algo del día a día. No solo el reguetón es machista, mira un concierto de rock cuando se sube una mujer al escenario, ¿qué le hacen? La bajan, la abuchean. Leslie Shaw dijo “para mí, el rock ha muerto” y mira cuántos hombres se le fueron encima.
¿Cómo es que Daniel se incorpora a la banda?
V.V: En realidad, ya habíamos compuesto la mayoría de canciones del disco que viene ahora y pensamos en incluir a un guitarrista y a un baterista y de pronto empezó a meterle a las canciones unos arreglos de guitarra que eran lo que nos faltaba, entonces le propusimos ser parte de la banda. En todo el proceso de producción y cierre de composición, Daniel ha entrado a hacer arreglos, a componer líneas, a componer el final de una canción.
P.P: De hecho no sabíamos cómo cerrar el disco y Daniel —que compone 30 canciones al día— me enseñó un beat que iba a borrar y le dije: es lo que estamos buscando.
D.V: Y ese Beat nos sirvió para Chisus, que es como un rap noventero pero que tiene un interlud en el medio que es como un safari, un collage con registros de varias personas. Testimonios de PPK, Alan García, Reimond Manco… todos los que prometían ser algo y luego se fueron a la mierda.
¿Ha sido difícil para ustedes hacerse un lugar en la escena musical limeña?
P.P: Es demasiado extraño lo que nos pasa porque justamente al no tener género… por ejemplo, si tienes una banda de punk, hay una movida, una escena que te respalda. Lo mismo con el funk, está super segmentado. Tenemos el apoyo de las bandas de Valeria, es algo que nos da respaldo, pero sí es complicado, aunque muchos jóvenes nos escuchan.
¿Cuándo se viene el próximo álbum?
V.V: El 18 de octubre lanzamos el álbum, pero primero un single que se llama “Monstruo”, con el que nos vamos a ir contra todo. Es un disco bien conceptual.
P.P Hay una mitología en el disco, aparte de lo extraño que es que juguemos con muchos géneros, hemos creado una mitología y las mismas letras tienen un código. Es como “El mal querer” de Rosalía. Además, ninguno de nosotros rapea, pero nos recurseamos bastante del hip hop.
¿Cómo definirían su música?
Yo la definiría como Dirty Slang Pop. Hacemos música que nos gustaría escuchar.
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