Hay una frase que se ha hecho tristemente popular en estos tiempos de pandemia. La he escuchado reiteradas veces en los viajes que estuve haciendo antes de la cuarentena, visitando a familias de costa, sierra y selva: "Si no nos mata el Coronavirus nos mata el hambre." Si antes de la crisis sanitaria el problema del desempleo ya era alarmante en todo el Perú, ahora es cuestión de vida o muerte.
El desempleo es también una emergencia nacional y como tal, debe ser atendida urgentemente. Los peruanos necesitan y tienen derecho al empleo, así como necesitan y tienen derecho a una vacuna o al oxígeno para sobrevivir. Es por esta razón que uno de los dos ejes principales de nuestro Plan Rescate 2021, es el económico, y este se basa inicialmente en la creación de empleo formal y productivo y no tan solo en entregas de bonos que no significarán finalmente trabajo a largo plazo para la gente, sino un paliativo.
La época de las interminables colas no debe repetirse, ni para comprar un kilo de azúcar como en los años 80, ni para cobrar 600 soles en el Banco de la Nación. No hay tiempo que perder. Con pequeñas obras, sobre todo en las áreas rurales y las urbano-marginales, mejoraremos la infraestructura del agro en la sierra y en la selva, donde menos empleo formal existe, elevando la productividad del campo. Daremos un impulso a FONCODES, INFES, PRONAMACHCS.
Serán miles de obras administradas en un esquema público y privado que permitirán rápidamente incrementar el empleo, y con ello el ingreso, y luego el consumo, en un círculo virtuoso que nosotros podemos iniciar rápida y efectivamente. Recién luego de este gran golpe de reanimación a la economía, iniciaremos las reformas laborales para seguir creciendo sobre las bases que nos dejó la Constitución de 1993.
Ahora que esta "nueva normalidad" hace que busquemos formas diferentes de estar al lado de la gente, gracias a la tecnología estoy conversando diariamente con hombres y mujeres de todo el Perú que, dadas las difíciles circunstancias, han realizado emprendimientos laborales. Ellos me cuentan lo frustrante que es estar peor que antes, que el remedio les salió peor que la enfermedad. Ahora no solo se ven duramente afectados por el coronavirus y las medidas tomadas por el gobierno, sino también por una gran cantidad de trabas legales.
En esta perspectiva, creemos que hay que buscar activamente que los millones que se emplean con las Mypes tengan salarios formales y protegidos, esto solo se logra apoyando el emprendimiento y quitándole las trabas legales. El Estado debe construir formalidad en lugar de combatir a la informalidad, nos hemos fijado un plazo de tres años con una comisión nacional para la formalización, con la participación de privados, Estado y sociedad civil.
Si deseamos que la informalidad no sean el refugio de las Mypes debemos apoyarlas dándoles compras del Estado, con normas simples, trámites rápidos y con incentivos tributarios que las animen a formalizarse.
Seremos estrictos en que las empresas cumplan con los derechos de los trabajadores y que Sunafil y Sunat hagan su trabajo en campo, donde ha habido deficiencia. Mano dura para que los funcionarios no abusen de los emprendedores. Mano dura para aquellas grandes empresas que pretenden aprovecharse de los trabajadores.
Mantendremos la libertad sindical siempre que se ejerza sin violencia. En una economía social de mercado, como la consagrada en nuestra Constitución, los trabajadores deben siempre poder defender sus reclamos justos.
Nuestro país avanzará en la medida que entendamos que la riqueza la genera la gente que emprende y trabaja en empresas. El deber del Estado es lograr que estas dimensiones avancen juntas y sumen en lugar de que se enfrenten. Ese será nuestro trabajo.
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