Uno de los efectos del año de la COVID-19 se verá en la escolaridad de los niños, niñas y adolescentes. Unos 230 mil estudiantes de primaria y secundaria han salido del sistema educativo este año, mientras que otros 200 mil estudiantes de secundaria matriculados no están accediendo al servicio. ¿Qué se puede hacer? Desde el Minedu han anunciado una estrategia de alerta temprana.
“¿Dónde están?”, “¿Qué están haciendo?”. Estas son algunas preguntas que -sin respuesta- se hace Walter Galindo, docente de Ciencia, Tecnología y Ambiente (CTA) de una escuela pública de Comas en Lima.
Desde mayo, no sabe nada de ocho de sus 37 alumnos de un aula del 2° año de secundaria. Ha dejado mensajes a los celulares de los estudiantes y los de sus padres, pero no le responden o lo dejan en visto en WhatsApp. También está preocupado por otros 12 alumnos con los que, si bien todavía mantiene contacto, no son constantes en el envío de sus trabajos. Durante semana educativa N° 25, ellos recién están enviando trabajos de la semana 7 o de la semana 12.
Uno de los efectos más alarmantes del cierre de las escuelas para evitar contagios del nuevo coronavirus ha sido la deserción escolar. Este fenómeno es medido con la matricula: si un estudiante matriculado el año anterior no se matricula en el actual, se determina que es un estudiante que ha desertado del sistema escolar.
La deserción escolar en el Perú venía registrando una tendencia a la baja durante los últimos años. Sin embargo, la crisis originada por la COVID-19 ha revertido esta tendencia y ha causado preocupación sobre el impacto que tendrá en la escolaridad de los estudiantes.
De acuerdo con el Ministerio de Educación, la tasa de la deserción había pasado de 2.5% en el 2018 a 1.3% en el 2019 en primaria. En secundaria, se había logrado bajar de 4.1% a 3.5%. Sin embargo, para el 2020, hasta el cierre de la matrícula extraordinaria que hizo Minedu en julio, la deserción pasó de 1.3% a 3.5% en primaria y en secundaria, de 3.5% a 4%.
Según el Ministerio de Educación, 130 mil niños y niñas de primaria no se han matriculado este año. En secundaria, el número llega a 100 mil. Es así que 230 mil estudiantes han salido este año del sistema educativo. El ministerio también advierte que más de 200 mil estudiantes de secundaria no están accediendo al servicio educativo a distancia, pese a estar matriculados.
Factores asociados a la deserción
Santiago Cueto, investigador principal de GRADE, explica para este informe que la deserción no es un fenómeno definitivo y que existen casos los que algunos de los estudiantes que abandonan la escuela, regresan después.
El estudio longitudinal Niños del Milenio de GRADE, del cual Cueto forma parte, da información sobre un grupo de niños a lo largo de varios años. Con respecto a la deserción, el estudio ha hallado que “mientras más temprano abandona, mayor es el impacto que tiene en sus habilidades”, nos dice el investigador. “Hay que reforzar la idea de que cuando un joven abandona la escuela es una tragedia que va a tener impacto en sus habilidades para desenvolverse como adulto y en sus posibilidades de obtener ingresos”, añade.
El estudio ha encontrado principalmente dos factores asociados a la deserción: a) la necesidad de trabajar y b) la falta de interés en estudiar. El primer aspecto es el que tiene vinculación directa con el contexto actual de crisis económica generada por la pandemia.
“La necesidad de trabajar puede tener vinculación con el nivel de pobreza de la familia. Si la pobreza se incrementa este año, al incrementarse la pobreza, más jóvenes van a tener que trabajar y al tener que trabajar, van a tener que abandonar la escuela, lo cual es una tragedia”, manifestó Cueto. Sobre el segundo aspecto, sostiene que se vincula más con el sistema educativo, el cual “no logra armar una secundaria que sea atractiva para los jóvenes”.
La deserción es un fenómeno que ocurre más en zonas rurales y en estudiantes indígenas. Está asociado también a factores de riesgo como el bajo rendimiento y a los estudiantes que han repetido de grado. “Los jóvenes pobres, los jóvenes indígenas que desde pequeños han mostrado bajo rendimiento o han repetido de grado tienen una mayor probabilidad de desertar”, sostuvo.
En un anterior informe, se advertía que las brechas de desigualdad se acentuarán, debido a la pandemia. Una de esas brechas es entre la educación urbana y la rural, la cual no tiene suficiente acceso a internet o a señales de televisión o radio. Para Cueto, la educación rural sigue siendo una deuda en el país. “Zonas rurales, indígenas y pobres. Cuando se juntan estas tres características hace que el riesgo del estudiante que no termine la secundaria sea todavía mayor”, sostuvo.
Según Cecilia Ramírez, directora de Educación Básica Regular del Minedu, en la amazonia el porcentaje de estudiantes que no llegan a ser contactos puede llegar hasta el 30%.
Cueto también consideró que se debe trabajar de forma individualizada con los estudiantes que retornen al sistema educativo. “En el sentido de hacer buenas evaluaciones para ver dónde están sus niveles de aprendizaje y dónde apoyarlos”, dijo. Además, sugirió que el Minedu pueda identificar “a los estudiantes en riesgo con los factores, como los que te he comentado, para focalizar su atención en ellos”.
Un factor protector para los estudiantes son sus aspiraciones educativas, lo que para el investigador se podría impulsar con estrategias comunicacionales. “Los jóvenes que desde pequeños quieren terminar la secundaria, estudiar en un instituto o en la universidad son los que con más probabilidad se quedan en la escuela”, aseveró.
Otro factor a tomar en cuenta en niñas y adolescentes peruanas es el embarazo adolescente. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, a 2017, el 13.4% de las adolescentes entre 15 a 19 años estaban embarazadas o eran madres.
Articulación
Liliana Muñoz, docente asociada de la Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, manifestó que hay casos en que los profesores por iniciativa propia hacen seguimiento a sus estudiantes. Cuando ya no reportan actividades y ya no ocurre la interacción con el docente, es cuando se dice que el estudiante está en situación de no contactado, señala. Ese es el caso de los alumnos de Walter Galindo en su escuela de Comas.
Para la educadora, es necesario que se trabaje de manera articulada con las Direcciones Regionales de Educación. “Tienen que comprometerse las Unidades de Gestión Educación Locales (UGEL), las asociaciones civiles y todo aquellos que tienen que ver con el acompañamiento de jóvenes. Tiene que haber este compromiso de estas instancias y esta articulación a todo nivel, porque de lo que se trata es identificar quiénes están en riesgo y hacer un seguimiento especial para este grupo de población que podría estar en una situación vulnerable”, manifestó.
Muñoz también sugirió que, ante los problemas de conectividad de los estudiantes, que podrían ser un impedimento para que interaccionen con su docente, sería viable aplicar una estrategia de tutores itinerantes, para que, a través de un enfoque territorial, se pueda establecer un nexo entre la escuela, los padres y la comunidad. “Un tutor itinerante es aquel que recorre dentro de una comunidad y hace un seguimiento a los estudiantes. Si no hay forma de recoger las tareas, el tutor es el que recoge las actividades que van realizando los estudiantes y que luego se las devuelve con una retroalimentación sobre los aspectos que han logrado y los que deben ser mejorados, dándoles sugerencias para lograr aprendizajes”, detalló.
Sistema de alerta temprana
Ante el evidente reto de evitar que la deserción aumente, el Ministerio de Educación lanzó la campaña “Contigo, la educación no para” y se ha diseñado un sistema de alerta temprana contra la deserción. El sistema aborda dos aspectos: la data histórica de los estudiantes con mayores probabilidades de desertar fijados por indicadores como rendimiento y asistencia. “Las escuelas lo van a poder tener pronto. Ha comenzado un piloto en Lima Metropolitana. La escuela va a poder saber con nombres y apellidos a los posibles desertores para tomar acciones del caso”, aseguró Ramírez.
El segundo aspecto apunta a recoger información, a través del Sistema de Información de Apoyo a la Gestión de la Institución Educativa (SIAGIE), para identificar también a los estudiantes que tienen de uno a más de tres meses sin ser contactados por sus docentes. “Se va a poner una encuesta. El nombre y apellido de cada uno de sus estudiantes, y si el docente se pudo contactar desde el inicio del año, si ha mantenido contacto hasta el momento o si se ha dejado de contactarse: los marcos son de 30 días o 3 meses antes de que se haya dejado de contactar. Queremos recoger información sobre lo que está pasando este año de manera más precisa”, detalló.
Ramírez dijo que es la primera vez que se lanza el sistema de alerta temprana para el seguimiento puntual de la deserción escolar. “Vamos a poder saber y hacer un seguimiento de la deserción histórica y la posibilidad de que, por estos factores, podríamos pensar que están en riesgo de dejar inconclusa su escolaridad. Entonces, este sistema nos va a ayudar, se ha comenzado con Lima Metropolitana y luego vamos a seguir con las demás regiones”, indicó.
Con respecto a la recuperación de estudiantes que hayan dejado de conectarse con sus docentes, la funcionaria indicó que se está preparando un plan de recuperación para ellos, a través de fichas y otros materiales que se les entregará para que el próximo año lleguen en mejores condiciones en cuanto a sus aprendizajes.
“La escuela los va a recibir y va a ayudarlos con un plan de recuperación. Este es un año atípico, complejo. El año escolar 2020 y 2021 son un binomio”, aseguró la funcionaria. Ella dejó este mensaje para los estudiantes y sus padres. “No es tarde, no han perdido el año. Si han dejado de contactarse, pueden volver, sus profesores están esperándolos para hacer un plan de recuperación. […] Lo que no hemos logrado este año, lo vamos a lograr el próximo. Todavía hay tiempo”, aseveró.
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