Cuando se les pregunta a personajes influyentes cuál es el secreto de su éxito, la respuesta más frecuente es: “enfoque”.
En una sociedad en la que el compromiso es medido por la cantidad de horas que pasamos en la empresa y nuestro potencial por la cantidad de respuestas correctas que damos, la sola posibilidad de decir no resulta utópica.
Hace unos días escuché al español José Luis Izquierdo (Mago More), quien distingue entre dos cosas importantes en su gestión diaria: Sus metas y el infinito. Este paralelo figurativo me pareció tremendamente relevante para comprender la importancia de decir no para decirnos sí.
El infinito lo describe como ese cúmulo de cosas que hacemos desde que llegamos al trabajo y que nos mantienen ocupados. Llegar a la oficina, conectarse al correo, responder chats, mandar informes, etc... De pronto, dan las 5 de la tarde y estamos agobiados y agotados sin haber avanzado ninguna meta relevante y así llegamos al 31 de diciembre con propósitos que no se cumplieron.
Caer en el infinito es inevitable, pero es determinante ser capaces de postergar esta caída, de ahí que debemos dedicar por lo menos, 30 minutos antes de conectar con la tecnología para trabajar en aquellas metas que consideramos relevantes. Este ejercicio nos permite desconectarnos para conectarnos con nosotros mismos y avanzar en el logro de nuestros propósitos.
¿Quieres correr una maratón? Empieza por correr una cuadra. ¿Quieres escribir un libro? Empieza por escribir una página. ¿Quieres plantear una estrategia comercial diferente? Dedica cada mañana a desarrollarla. ¿Quieres una relación más sólida? Dedica cada mañana a comprenderla. ¿Quieres mejorar en algún aspecto? Dedica 30 minutos a trabajar en ello.
El tiempo libre para el disfrute no llega solo, es el resultado de una estrategia personal que nos permite enfocar nuestros esfuerzos en lo que realmente es importante. En este sentido, ser capaces de decir no implica muchas veces decirnos sí.
No estoy hablando del no berrinchudo, necio o malcriado. Es un no pensado, sentido, respetuoso y bien sustentado. Uno de los principales bloqueos a este tipo de no es la creencia de que al jefe no se le puede decir no pues él debería conocer la lista de pendientes que nos agobia (¡si él me los da!). Es importante recordar que los jefes tienen su propia agenda de pendientes y prioridades, no llevan un registro mental (ni emocional) de nuestras tareas y cuando nos entregan una nueva, no es por fastidiar. ¡No tiene que ver con nosotros!
En este sentido, recuerdo cuando trabajaba para el vicepresidente de un banco, estábamos en pleno proceso de lanzamiento de una nueva división y teníamos muchísimo trabajo en marcha. En este contexto, mi jefe me manda un correo pidiéndome que desarrolle un tema que resultaba bastante laborioso.
Agobiada y frustrada, mi primera reacción fue: “este desconsiderado, no le importa todo lo que tengo pendiente por entregar antes del lanzamiento”. Sin embargo, pasada la rabia inicial, decidí hacer un listado de las cosas que estaba desarrollando y me reuní con él para para mostrársela y pedirle que me ayude a saber por dónde empezar.
En esta reunión definimos un orden de prioridades y plazos que me permitieron cumplir con los pedidos en el tiempo esperado. Además, esta conversación me permitió comprender que decir no con respeto y sustento es decirle sí al enfoque en aquello que resulta importante para mí.
El verdadero desafío de nuestro enfoque en prioridades son las cosas menos obvias. Aquellas actividades que nos hacen sentir que estamos trabajando duro, pero que no marcan ninguna diferencia o, peor aún, que nos hacen daño. Las conversaciones quejumbrosas, los chismes y las quejas sobre el mal jefe, el mal compañero, las injusticias de la empresa, la inseguridad y miles de etcéteras negativos que solo cargan el ambiente y nuestras mentes son tal vez, el principal no que debemos empezar a decir. Porque si le digo no a estas cosas, tal vez sea capaz de encontrar cosas que aprender de ese jefe, cosas que valorar en ese compañero, beneficios de la empresa, nuevas formas para cuidarme, etc.
Para cerrar este post, quisiera citar a Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” cuando dice “sólo en la misma medida en que el hombre se compromete al cumplimiento del sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza”. El enfoque podría parecer simple, sin embargo, se debe comprender como un ejercicio sistemático que requiere resiliencia y motivación. Si no encontramos eso que nos inspira a salir del infinito, difícilmente encontremos la fuerza para anclar esto como una forma de vivir.
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