A lo largo de los años, investigadores de diversas profesiones han tratado de responder a la pregunta: ¿cuáles son las causas de la delincuencia y el crimen? Ciertamente, se trata de un tema muy complejo y que viene de muy atrás. Se trata de una antigua preocupación de gobernantes y de la población, como lo es ahora en el Perú. Se han realizado miles de estudios en casi todos los países del mundo, desde muchos ángulos y utilizando diversas metodologías. Con el tiempo, se han ido decantando siete variables como las más asociadas a estos dos fenómenos y que ofrecen las mayores explicaciones: desigualdad, pobreza, desempleo, educación, represión, penas, y cohesión social.
Tres de estas variables tienen una correlación directa con la delincuencia; se trata de la desigualdad, la pobreza y el desempleo. A mayor desigualdad mayor delincuencia, y así sucesivamente. Otras cuatro tienen una correlación negativa; este es el caso de la educación, la represión, las penas y la cohesión social. A mayor eficiencia en la represión y la condena, menor crimen. A mayor cohesión social (familias y comunidades fuertes) menos delincuentes.
Cuatro de estas variables actúan en el largo plazo; es el caso de la reducción de la pobreza, la desigualdad, el mejoramiento de la calidad y cobertura en la educación, así como el fortalecimiento de la cohesión social. Tres de ellas pueden actuar en el corto plazo, como es el caso de la represión, las penas y la generación de empleo (sobre todo en obras de infraestructura). Quizás por ello, sean la represión y el aumento de penas las soluciones más populares, aunque no es el caso del empleo.
Gary Becker (1968), premio Nobel de Economía, postulaba que la decisión de cometer un crimen sigue un comportamiento racional: si los beneficios son bastante más altos que los costos, las personas delinquen. Por ello proponía elevar la represión y las penas, lo que significa elevar los costos de cometer un crimen. Por cierto, ello tenía como supuesto la eficacia de la policía en capturar a los transgresores.
Un estudio clásico sobre este tema fue realizado por Francois Bourguignon (1999) en el que llega a la conclusión que la desigualdad y la pobreza son los principales determinantes del crimen. Halló que las personas de bajos ingresos tenían mayores incentivos para apropiarse de la riqueza ajena, sobre todo si es que también existía una fuerte desigualdad en la sociedad.
Steven Raphael y Rudolf Winter-Ebmer (2001) comprobaron una fuerte correlación entre la tasa de desempleo y el incremento del crimen en los Estados Unidos. Los años en que aumentaba el desempleo, aumentaba el crimen (las siete modalidades medidas en el país), concluyendo que las políticas económicas que promovían el empleo mejor remunerado eran las más efectivas para combatirlos.
Lance Lochner (2004) encontró que la educación accesible a los sectores de menores ingresos elevaba las oportunidades de empleo y al mismo tiempo disminuía los incentivos para delinquir. Sus investigaciones demostraban que los jóvenes que abandonan sus estudios, sobre todo en secundaria, son los más propensos a cometer diversos delitos.
En el siguiente artículo intentaré responder a cuál de estas variables es la más determinante, y cuáles son las políticas públicas más efectivas para reducir la delincuencia común y el crimen.
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