En nuestras territorialidades latinoamericanas transitan diversas epidemias dentro de lo que se conoce como pandemia global. Dentro de este marco, los sistemas de salud son una de las tantas encrucijadas. Ante esta realidad, nuestro deber es no olvidar cómo interactúa esta situación junto con otras situaciones de desigualdad y preguntarnos si es posible una teoría crítica en salud desde una perspectiva latinoamericana.
Nuestro contexto pandémico ha demostrado la preminencia de la expresión de la ciencia biomédica en las políticas públicas de los gobiernos y la manera cómo estos responden en términos de capacidad, preparación e intervención sociosanitaria. Este saber biomédico, que tiene capacidad para el tratamiento individual, asistencial y curativo en un establecimiento de salud, se ofreció como pertinente para producir conocimientos sobre la salud y calidad de vida y así responder a epidemias y emergencias.
Sin embargo, es necesario reflexionar acerca de la posibilidad de construir saberes sobre la salud y la vida para responder a la generación y producción de procesos protectores en la sociedad. La salud colectiva plantea que los procesos de salud y enfermedad son procesos sociales históricamente determinados por las formas en que una persona vive, se enferma y muere. Entonces, ¿cómo recuperar esta perspectiva de salud colectiva? Yendo al encuentro de la ciencia crítica en salud.
La vacuna está siendo gobernada, como dice Maetthew Bishop, por el filantrocapitalismo. Esto nos indica que en toda causa de solidaridad también hay espacios para la maximización de capital y, por supuesto, de ganancia. No hay que perder de vista que casi el 50% del mercado global industrial farmacéutico se concentra en menos de veinte multinacionales de la Big Pharma, dentro de las cuales dos se encuentran en competencia por la vacuna contra la COVID-19. La vacuna tiene que ser un bien público global para la garantía de su acceso.
Los sistemas de salud podrían ser grandes dispositivos exitosos para enfrentar, reducir y transformar las condiciones sociales de vida. Los sistemas de salud pueden jugar un papel clave en la ciudadanización, en la igualación de derechos y la materialidad de la vida. Latinoamérica tendrá la oportunidad de seguir trabajando en el registro que nos han planteado los organismos internacionales y, parte de toda la dinámica de diseños de políticas públicas en la región, que es esta idea de la reforma a los sistemas de salud, lo cual es un error. Por ello, es preferible eliminar la palabra reforma ya que todo el reformismo de la salud hasta ahora ha sido un reformismo funcionalizado, obsoleto, que responde a una agenda sanitaria del complejo político liberal y desarrollista en la región. Nos encontramos en una etapa en la que se necesita una refundación de los sistemas de salud conociendo las especificidades latinoamericanas y refundando los bienes públicos, colectivos y comunes para que promuevan salud en los territorios, las comunidades, los barrios y, por otra parte, para que produzcan salud de forma intercultural con perspectiva de género.
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