Cuando nos hablan de transporte de carga, inmediatamente lo relacionamos con el operador que interrumpe la vía y obstruye el tránsito vehicular, el camión de reparto que para en medio de la vía y descarga sus carretillas con productos, las carretillas que pasan entre vehículos y peatones a gran velocidad, la espera y el espacio ocupado en el ascensor; y un sinnúmero de experiencias negativas.
Pero si vemos alrededor de nosotros: la televisión, la radio, el teléfono, la taza de café, la botella de agua y muchos otros productos han pasado en mayor o menor medida por un proceso de transporte de carga.
Lima es una megaciudad con aproximadamente 10 millones de habitantes, los 43 distritos son inmegacities (una ciudad dentro de una megaciudad por la cantidad de habitantes y la densidad por kilómetro cuadrado). Hay 120.000 bodegas que abastecen a los habitantes, y 14.000 comercios en el kilómetro cuadrado del centro de Lima. Cada uno de los habitantes necesita productos en forma directa o indirecta y estos provienen de un proceso de transporte de carga. Por este motivo, el transporte de carga es esencial para una ciudad que ha estado por décadas en un crecimiento constante. La infraestructura actual está destinada a soportar 4 a 5 millones de habitantes de manera sostenible.
El impedir o restringir sus actividades dificulta la economía de la ciudad. Los suministros perecibles duran en un rango de 24-48 horas. Las clínicas y los hospitales entrarían en caos luego de las 48 horas, las bodegas y los supermercados en menos de 72 horas. ¿Qué pasaría con nuestro entorno si no existiera el transporte de carga por una semana? Estaríamos frente a una crisis humanitaria por causas antropogénicas.
Pero este ecosistema siempre ha sido ignorado por los planificadores urbanos y los gobiernos locales. Es un sistema de baja prioridad y con una dinámica permanente. Si vemos la dinámica de suministro de la ciudad de Lima, esta tiene un flujo de productos globales proporcionado por la logística portuaria proveniente principalmente del Callao; un flujo de productos locales o de primera milla proveniente de la sierra y selva del país; un flujo interno de productos elaborados provenientes de las ciudades; y un flujo de salida.
Por este motivo, el reto de los gobiernos locales, Lima y los distritos (inmegacities), es involucrar en las políticas públicas a todos los actores: gobiernos, comunidades, operadores, distribuidores, transportistas, sector privado y sector académico.
Para concluir, proponemos las siguientes soluciones al transporte de bienes en la ciudad de Lima:
1.- Establecer y aumentar el espacio de estacionamiento de camiones o zonas de carga y descarga, reconfigurando el diseño de la ciudad.
2.- Replantear el flujo del transporte público y establecer un sistema de flujo de peatones y bicicletas.
3.- Generar sistemas de entrega alternativo, considerando la generación de carga de las instalaciones públicas y privadas.
4.- Fomentar los centros urbanos de consolidación de carga.
5.- Generar políticas públicas enfocadas en el bienestar del ciudadano con enfoque en la sostenibilidad ambiental de la ciudad.
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