El miércoles 5 de diciembre ha sido un día histórico para el Perú. Luego de cuatro horas de debate en el Pleno del Congreso, se aprobó al fin la Ley que regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables. Han sido casi doce meses de debates, artículos de opinión, informes técnicos y legales, reuniones, más de veinte proyectos de ley presentados, dictámenes, textos sustitutorios (y después nuevos dictámenes y textos sustitutorios) que culminaron en la aprobación de esta norma. ¡Viva el Perú!
Y que viva construyendo más procesos de este tipo: informados, escuchando a las partes, respetando el derecho de opinión e iniciativa, generando consensos sobre temas que nos deben importar a todos, con trabajo articulado entre el Gobierno, Congreso, sociedad civil y empresas. Seguramente, la norma aprobada no es la que cada grupo individualmente hubiera querido al 100%, pero sí refleja un punto de equilibrio en que todos los grupos coinciden para empezar a avanzar ya. La idea es muy sencilla pero potente a la vez: necesitamos reducir el consumo de plásticos de un solo uso, esos que usamos menos de diez minutos pero demoran cien o doscientos años en degradarse.
Ese plástico nos envuelve de externalidades absurdas como el altísimo costo de recojo y disposición de productos intrínsecamente desechables, la inversión en recuperación de zonas y ecosistemas degradados, la calamidad de un mar altamente contaminado, de pescados llenos de microplástico que terminan en nuestros propios estómagos, de aves y especies marinas que mueren a consecuencia de nuestra irresponsabilidad.
En estos días hay numerosos artículos, videos, infografías, opiniones, documentos y referencias para explicar lo que contiene esta ley. También se ha escrito sobre las políticas similares adoptadas en otros países. Yo invito a los lectores a buscar estos artículos y videos, e informarse y discutirlos principalmente en casa y en sus centros de trabajo (recomiendo empezar por este artículo). Y es que la ley recién aprobada no es la que va a reducir el consumo del plástico de un solo uso en el Perú. Tampoco lo hará el Congreso, el Ministerio del Ambiente o las ONG. Nos toca a cada uno de nosotros hacerlo.
El rol de la ley y de las instituciones mencionadas será avanzar en un proceso más ordenado para informar, educar, promover, incentivar y desincentivar mejores prácticas productivas, de consumo, disposición y reutilización. Pero al final de la cadena seremos nosotros quienes tendremos que resetear el disco duro de nuestras costumbres y hábitos para reemplazar esas prácticas cotidianas actuales por un “sin cañita por favor” o “no me des bolsa que traigo la mía”.
El Perú se prepara para celebrar su Bicentenario. Qué mejor forma de hacerlo que construyendo realmente el Perú del futuro que queremos. En ese Perú será necesario adoptar una economía circular, proteger y generar ecosistemas saludables, contar con seguridad alimentaria y sobre todo fortalecer una ciudadanía activa, solidaria y responsable. Esta ley genera buenísimas oportunidades para construir todo ello. Somos libres, ¡seámoslo siempre!
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