La activista ambiental Greta Thunberg, acompañada de su padre, cruzó el Atlántico en 15 días a bordo del velero ecológico Malizia II. Ella participará en la Cumbre Mundial sobre la Acción Climática del 23 de septiembre y mientras, está causando revuelo en los medios de comunicación y en las calles neoyorkinas. También ha comprometido su presencia en las huelgas convocadas en Nueva York y Montreal para el 20 y 27 de septiembre respectivamente, y cada día crecen los anuncios de las organizaciones, colectivos y movimientos que se sumarán a las huelgas. Hace poco, lo hizo el “colectivo de empleados de Amazon por la justicia climática”exigiendo que su empleador no tenga que esperar al 2030 para reducir sus emisiones de carbono a la mitad.
No han tardado en salir los detractores de Greta, acusándola de ser un fraude, de haber bebido agua de botellas plásticas, de recibir apoyo de un banco europeo o descalificando su acción por tener asperger, uno de los varios trastornos del espectro autista. No es de extrañar, ella es un peligro. Greta es una mujer, joven y con una discapacidad, que se ha atrevido a criticar abiertamente y sin tapujos al sistema capitalista y al neoliberalismo, ha denunciado a los gobiernos más poderosos del mundo por hacer poco o nada frente al cambio climático, y a las grandes transnacionales por solo preocuparse por enriquecerse a costa de la destrucción del planeta. Ella comenzó el año pasado con las huelgas de los viernes y hoy, se ha convertido en una inspiración para millones de jóvenes que han hecho lo propio en sus países.
Greta es sin duda un peligro. En la mayoría de países el poder político lo tienen los hombres adultos y blancos. Tan solo en nuestro país, los desafortunados comentarios del congresista Carlos Bruce pusieron en evidencia que el actual presidente Vizcarra integró la plancha ppkausa para matizarla con la cuota provinciana. Tampoco sorprende los gritos de los opositores a la ley de paridad y alternancia, que nos permitirá alcanzar progresivamente la igualdad en la representación política.Para los sectores conservadores, discriminadores y retrógrados, la voz fresca y radical de Greta y de muchas otras mujeres, resulta ofensivo y majadero.
Otra, es la poca importancia que se da a los cientos de líderes indígenas asesinados en Latinoamérica por defender el bosque, por oponerse a los proyectos extractivistas y a las transnacionales de los monocultivos que destruyen sus vidas y contaminan las fuentes de agua.
El Movimiento Ciudadano Frente al Cambio Climático (MOCCIC), nos ha convocado a la movilización mundial el 20 de setiembre. En Lima nos concentraremos en el Campo de Marte a las 3 de la tarde. Ojalá que se sumen los diversos colectivos infantiles y juveniles del país y lasmiles de jóvenes mujeres que comparten con Greta, un sentimiento de amor y responsabilidad con toda forma de vida en el planeta, aquellas para quienes luchar por una causa, les da un significado profundo y trascendente a sus vidas.
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