Hace unos días, el presidente Pedro Castillo se reunió con su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro. El encuentro de esta dupla no hace más que generar preocupación y zozobra a ambos lados de la frontera porque, como países hermanos, muchas veces compartimos el mismo río, las mismas culturas y la Amazonía con todos sus valiosos recursos. Además, dentro de ambos territorios fronterizos aún transitan, como hace muchos siglos, los pueblos indígenas en situación de aislamiento voluntario.
¿Por qué hablamos de preocupación y zozobra? Porque tras el encuentro de dichos presidentes se ha puesto en agenda nuevamente la priorización binacional de la conexión terrestre Cruzeiro do Sul (Acre) y Pucallpa (Ucayali). Si bien la necesidad de desarrollo de nuestras fronteras es innegable, esta debe llegar con sostenibilidad, respetando siempre las culturas y territorios de nuestros pueblos y las áreas naturales protegidas.
Esta conexión y el proyecto de ley que la prioriza ha sido ya analizada en múltiples ocasiones. Esta canción la estamos bailando desde el año 2003, aproximadamente. El último intento se dio por el Congreso de la República, durante el Gobierno del Presidente Sagasti, quien observó esta propuesta por los daños que generaría para nuestro país, y devolvió la propuesta al Congreso para su archivo.
Hoy empezamos a bailar de nuevo, nuevamente se prende la música, una vez más esta amenaza comienza a sonar y esto me hace preguntar: ¿no aprendimos nada de la Interoceánica? No solo por los altos niveles de corrupción sino por todo aquello que nos hizo perder: miles y miles de hectáreas deforestadas; recordemos además que esta vía favoreció el crecimiento imparable de actividades ilegales tan letales como la minería, la trata de personas, el sicariato y la muerte de nuestros defensores ambientales.
La carretera que nuevamente se pone en agenda amenaza comunidades nativas y atraviesa un importante corredor de biodiversidad del Parque Nacional Sierra del Divisor, que incluye el hogar de nuestros pueblos indígenas en situación aislamiento voluntario, y el Área de Conservación Regional (ACR) Alto Tamaya-Abujao. Se han realizado múltiples estudios nacionales e internacionales que evidencian con certeza que esa carretera “nos costará más de lo que nos beneficiará” y será otro elefante como la Interoceánica, pero tenemos que jugar siempre a perdedor.
Con este proyecto le quitarán a nuestro país sus recursos y afectarán nuestra biodiversidad, ¿es tan difícil de entender para nuestras autoridades? ¿O será no quieren entenderlo? ¿Por qué no pensamos en cómo potencializar nuestros recursos, en proteger nuestra riqueza natural, en salvaguardar los derechos de nuestros pueblos indígenas, en vez de pensar en un buen negocio? Será que la historia se inclina más a la repetición de Odebrecht, será que la inmediatez del beneficio de algunos seguirá costándonos nuestro patrimonio cultural.
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