Imagina que te paguen en kilogramos y calculen tu asignación con una balanza que, debido a un error de calibración, resta el 25.2 % de tu salario ¡No es justo y lo sabes! Pero cuando protestas, te dicen que no pueden hacer nada al respecto porque esa es la balanza que te corresponde. Esto representa lo que les ocurre a muchas mujeres en nuestro país cada vez que reciben su sueldo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), entre julio del 2020 y junio de 2021, el ingreso promedio de las mujeres fue equivalente al 74,8 % del de los hombres; es decir, S/ 369,2 menos. Hablamos de una brecha amplia en un país donde el sueldo mínimo es S/ 930 y en donde, además, debido la pandemia por la COVID-19, alrededor de 1,3 millones de mujeres perdieron su empleo.
Las brechas de género son preocupantes a nivel mundial. Incluso, desde 2019, la ONU instauró el 18 de septiembre como el Día Internacional de la Igualdad Salarial, con el objetivo de representar los esfuerzos para alcanzar la paridad remunerativa por un trabajo de igual valor. Pero, ¿qué hemos hecho con esa balanza malograda desde aquella vez? ¿Hemos tratado de arreglarla? Las cifras del INEI muestran que hemos avanzado poco; que debemos seguir buscando soluciones para cerrar brechas y alcanzar la equidad.
Calibrar la balanza parece una tarea difícil; pero con voluntad e iniciativa podemos construir una sociedad más equitativa. Por ejemplo, deberíamos empezar por auditar y transparentar los rangos salariales por puestos de trabajo; fomentar la paridad de género en cargos directivos y garantizar la igualdad de oportunidades de desarrollo profesional, basándonos exclusivamente en los resultados de desempeño. Algunos headhunters sugieren, incluso, promover procesos de selección con candidatos anónimos, para garantizar evaluaciones y contrataciones justas. Así también, es fundamental romper paradigmas sobre la maternidad y ofrecer todas las condiciones necesarias para que no sea vista como una desventaja. Es muy importante que todos nos involucremos en estos desafíos; debemos entender que la brecha salarial no es problema que deben resolver solo las mujeres, sino que es un trabajo y una responsabilidad que nos compete a todos.
Del mismo modo, tal como refiere el Banco de Desarrollo de América Latina, la educación es un eje estratégico para empoderar a las mujeres en temas financieros y programas de emprendimiento. Estas acciones permitirán allanar el camino hacia un mercado laboral donde las mujeres puedan competir con los hombres en igualdad de condiciones y demostrar su liderazgo en el mundo de los negocios. Por ahora, las mujeres continuamos rezagadas y necesitamos políticas e iniciativas transformadoras, tanto en el sector público como en el privado, que terminen por calibrar la balanza y derribar las brechas sociales, económicas y culturales que nos separan.
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