Los duros momentos que viven músicos chiclayanos durante la cuarentena

La "Esquina del Movimiento", ubicada en la intersección de las calles Pedro Ruiz y Siete de Enero, forma parte de la cultura popular de Chiclayo. Aquí decenas de músicos tocaban todo tipo de canciones, esperando que alguien los contrate, pero en esta cuarentena por la COVID-19, el sector artístico es uno de los más golpeados y no tienen como subsistir.

Máximo Gonzales Quiroz, presidente de la Asociación de Músicos de Lambayeque, nombre oficial de "La Esquina del Movimiento", contó que dos músicos fallecieron por la COVID-19, y se sienten olvidados por las autoridades.

Hijo de fundador

Don Máximo, es percusionista y toca el trombón de vara. Tiene cuatro hijos, uno de ellos es policía, y toca en la banda de la Policía Nacional. Pero por el Estado de Emergencia está patrullando las calles. Máximo tiene temor que se infecte con el nuevo coronavrius.

“Cada mañana oro por él y por todos sus amigos. Le pido por ellos a la patrona de los músicos, Santa Cecilia, para que los cuide”, detalló.

Máximo, de 65 años, es hijo de uno de los fundadores de la "Esquina del Movimiento", que en la actualidad agrupa a 110 músicos.

“Antes de la pandemia las personas que necesitaban una orquesta para celebrar su cumpleaños o cualquier otro evento llegaban a nuestro local para contratarnos. En una buena semana ganábamos entre 200 y 300 soles”, indicó.

Piden apoyo

Han recorrido todo el Perú dejando en alto el nombre de Lambayeque. Pero durante estos meses todo cambió. Los músicos, no tienen de que vivir, y algunos no recibieron ningún bono del Gobierno.

Ante ello, algunas orquestas del distrito de Monsefú y empresarios donaron víveres, que fueron entregados a cada músico en sus viviendas.

Esperan que las autoridades los apoyen, porque temen no poder trabajar todo el año, y la música es su única fuente de ingreso.

Años de música

La Asociación de Músicos de Lambayeque más conocida como "La Esquina del Movimiento" fue creada en 1974, pero su historia se remota desde los años 50.

En esa época, está zona era ocupada por burdeles y cantinas. Con el pasar de los años las autoridades desalojaron estos locales, pero los músicos decidieron quedarse para seguir ofreciendo su arte a la población.