Trabajar por la salud mental, cerrar brechas de infraestructura, fortalecer el primer nivel de atención y unificar el sistema de salud. Estas son algunas de las lecciones que nos ha dejado la pandemia y aquí te contamos qué aspectos se deben priorizar de cada una.
Hace más de un año que el coronavirus llegó al Perú. Durante este tiempo, hemos pasado por picos de contagio que van dejado cifras preocupantes: hasta mayo de 2021 hay más de 1,9 millones de casos confirmados y más de 180 000 fallecidos, según cifras recientes de la Presidencia del Consejo de ministros (PCM), lo cual nos convierte en el país con la mayor tasa de mortalidad per cápita del mundo.
Mientras la demanda de atención en salud se incrementa durante la crisis sanitaria, también se hacen evidentes las diversas deficiencias que el sistema ya venía arrastrando, como la falta de infraestructura adecuada, de equipamiento y de personal médico capacitado.
No cabe duda de que la pandemia ha dejado muy golpeado al sector salud, que ahora debe recuperarse rápidamente para seguir garantizando la atención a todos los peruanos y peruanas. Es momento de empezar a sacar conclusiones y aprender de las lecciones que ha dejado esta emergencia sanitaria para mejorar nuestras deficiencias y apuntar hacia un sistema más integrado y con atención de calidad. A continuación, repasamos algunas de estas lecciones:
1) Necesitamos cerrar brechas y garantizar el acceso universal a la salud
La falta de cobertura y de acceso al servicio de salud ha sido una de las principales dificultades durante la emergencia. Al mismo tiempo, miles de peruanos y peruanas que incluso antes de la pandemia ya gastaban grandes montos de dinero en salud, han quedado con grandes deudas relacionadas a la enfermedad.
El “Informe COVID-19” de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), indica que, en promedio, los hogares de América Latina cubren más de un tercio del financiamiento de la atención de salud con pagos directos del bolsillo y casi 12 millones se empobrecen debido a estos gastos.
Además, resalta que nuestra región está marcada por la desigualdad social, cuyos ejes estructurales generan escenarios de exclusión y discriminación, lo cual resulta en una mayor vulnerabilidad ante la COVID-19. Todas estas desigualdades se expresan también en el ámbito de la salud, en aspectos como la cobertura, el acceso efectivo y los resultados de los servicios de salud.
La OPS resalta que, para reconstruir sociedades más inclusivas y resilientes luego de la pandemia, se necesita concebir la salud como un bien público y recordar que no debe mercantilizarse. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) agrega que, para garantizar la cobertura universal de salud, se necesita fortalecer el sistema de salud y tener una atención integrada centrada en las personas, con acceso a medicamentos y con personal sanitario capacitado.
2) La salud mental es una prioridad para el desarrollo saludable de la sociedad
No cabe duda de que la pandemia ha generado gran desgaste mental en la población; es normal tener miedo y sufrir de estrés durante épocas de crisis e incertidumbre como la actual. La OPS señala que, junto con el temor de contraer el coronavirus, el impacto de los cambios en nuestra vida cotidiana han sido determinantes a nivel emocional, por lo que es importante cuidar no solo la salud física, sino también la mental.
En este contexto, es necesario crear conciencia sobre la importancia de sobrellevar el estrés de manera sana y ser resilientes. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades indican que el estrés puede provocar desde cambios en el apetito y dificultad para dormir, hasta reacciones físicas como dolores corporales e incluso, el agravamiento de problemas de salud crónicos y problemas de salud mental.
El “Informe Nacional sobre el Impacto del COVID-19 en las dimensiones económica, social y en salud en el Perú” de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (2020) explica que la situación crítica actual del país ya tiene efectos en la salud mental de las personas, en especial en el personal de salud de primera línea. Además, subraya que ha incrementado los problemas de ansiedad, incertidumbre y depresión y que, debido a la emergencia, “se cerraron muchos servicios de salud mental por considerarse no prioritario, afectando a la población que recibía tratamiento con regularidad”.
Es importante que a nivel país nos enfoquemos en darle mayor prioridad y recursos a la prevención y atención de enfermedades mentales. La OMS resalta que comprender y tratar las consideraciones psicosociales y de salud mental es relevante para detener la transmisión y prevenir el riesgo de repercusiones a largo plazo en la población.
3) El primer nivel de atención es primordial para evitar el colapso de hospitales
Durante la pandemia hemos sido testigos del colapso de los hospitales a nivel nacional, que no se daban abasto ante la gran cantidad de pacientes. La lección aprendida es la necesidad de trabajar por un primer nivel de calidad, con el fin de lograr la detección temprana de enfermedades y evitar que el segundo y tercer nivel (hospitales generales y hospitales de alta especialización) colapsen.
El primer nivel de atención está conformado por postas, puestos y centros de salud, consultorios, centros médicos y policlínicos que deberían resolver el 70% de las necesidades básicas y las demandas más frecuentes en salud; sin embargo, actualmente esto no sucede en el país.
El “Diagnóstico de brechas de infraestructura y equipamiento del sector salud al 2021” realizado por el Ministerio de Salud (Minsa) indica que el 97% del total de establecimientos de salud del primer nivel de atención presenta capacidad instalada inadecuada, con infraestructura precaria y equipamiento obsoleto, inoperativo o insuficiente. Además, datos de 2020 señalan que 1 de cada 2 establecimientos del primer nivel no tiene médico. Sin duda, este es un reto pendiente que necesitamos resolver en los siguientes años.
4) Es urgente lograr la unificación del sistema de salud para ser más eficientes
Antes de la pandemia ya necesitábamos cambios a nivel de organización, pero luego de la emergencia, todos los expertos coinciden sin duda alguna en que el sistema de salud debe estar unificado. De acuerdo con CEPAL, los sistemas de salud de los países de América Latina tienen importantes debilidades, pues son subfinanciados, segmentados y fragmentados, lo cual crea importantes barreras para el acceso.
Actualmente, el sistema de salud peruano depende de diversas entidades como el Ministerio de Salud (Minsa), el Ministerio de Trabajo (EsSalud), el Ministerio del Interior, las Fuerzas Armadas, los gobiernos regionales y el sector privado. De acuerdo con Videnza Consultores y la Red de Estudios para el Desarrollo, tener varios subsistemas genera fragmentación y diferentes estándares de atención para distintos grupos de la población.
Un sistema sanitario integrado tiene mayores posibilidades de ser más eficiente y de tener un mejor financiamiento. En ese sentido, los especialistas señalan que es necesario organizar redes de salud con un lenguaje y normas comunes entre establecimientos, así como tener historias clínicas universales para garantizar el acceso desde cualquier lugar.
Así como estas, otras lecciones que va dejando la pandemia implican la necesidad de implementar mejor la tecnología en la salud para garantizar una mejor atención en todos los rincones del país, trabajar por la prevención de enfermedades, la importancia de tener médicos especialistas y establecimientos debidamente equipados y el reto pendiente de mejorar la inversión para que sea más eficiente.
Una de las lecciones más importantes es que la vida y la salud no tienen precio: a nivel emocional, las pérdidas son irreparables y a nivel país, la salud es la base para que las sociedades avancen y se desarrollen. “Integración al Bicentenario: Construyamos un país mejor”, es organizado por RPP con el apoyo de Enel y Movistar.
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