Un domingo cualquiera llegamos a casa y, al día siguiente, al abrir los ojos, el mundo había cambiado. Recuerdo las primeras semanas como escenas de una comedia romántica, en la que se veían fotos en redes sociales de parejas brindando y familias celebrando la cuarentena. Personas y empresas esperando que todo se normalice para empezar a reinventarse.
El 16 de marzo de 2020 se inició un proceso de aislamiento social que empezó con un decreto de emergencia por dos semanas, luego, una primera ampliación por dos semanas más y así hasta llegar a los primeros 100 días de la emergencia sanitaria más desafiante y dura de la historia de nuestro país y, tal vez, del mundo. En este proceso, han surgido algunos aprendizajes personales y otros que me han regalado algunos líderes de equipo, y que he tenido el atrevimiento de tomarlos como propios, para navegar en esta coyuntura de una manera menos dolorosa.
En este artículo compartiré con ustedes dos de los aprendizajes que me han ayudado a transitar, de manera menos difícil, esta coyuntura que no tiene fecha de caducidad.
1.- El valor de la vulnerabilidad: Recuerdo una conversación con Manuel, gerente general de una empresa de retail. Empezó la sesión hablando de la coyuntura y ante la pregunta ¿Qué es aquello que te preocupa?, se quebró y me dijo que las cosas estaban color hormiga en el negocio y que sabía que esto se pondría peor. Usó esta frase que aún retumba en mi cabeza: “todos los miedos que alguna vez haya tenido en mi vida hoy han invadido cada una de mis fibras. Voy a tener que sacar gente, mi sueldo ya se redujo en 40% y, aún así, no hay certezas ni una luz al final del túnel”. Luego de una larga sesión, decidió que tendría el coraje de compartir sus temores con su equipo de reportes directos para pedirles que lo ayuden a encontrar nuevas posibilidades. Preparamos el mensaje base, definimos a las personas que convocaría y las palabras que usaría. Así, armado de vulnerabilidad, fue capaz de plantear con su equipo nuevas conversaciones que le permitieron construir nuevas formas en una situación desafiante y compleja. Para ti, que estás leyendo este artículo, me gustaría preguntarte: ¿Cuáles son tus miedos más profundos?, ¿Con quién puedes compartirlos? ¿Qué conversaciones necesitas plantear?
2.- El Poder del Propósito: A mí también me ha tocado tomar decisiones difíciles, y por supuesto que he tenido miedo. En la empresa, hemos puesto nuestra energía y enfoque en sacar adelante un nuevo proyecto, luego lo hemos redefinido y luego surgió otro y así, cada vez que creemos tener la respuesta, nos damos cuenta de que nos cambiaron la pregunta. Siento que estamos como en un barco a la deriva en el que corremos todos de un lado para otro, aferrados a embarcaciones que están a merced de una tormenta furiosa en medio del mar. No sabemos en qué momento impactará una ola o a dónde nos llevará, ni cuando llegaremos a puerto. No podemos controlar nada ni asegurar nada, lo único que podemos hacer es decidir cómo vamos a vivir la experiencia COVID-19 y cómo queremos ser recordados cuando esto pase. Es decir, tener el coraje de responder ¿Quién quiero ser en este proceso? y hacerme cargo de ello, pues lo demás podría escapar de nuestras manos. Mi esposo es montañista, escala desde hace más de 30 años y en una de las expediciones al Himalaya, perdió 5 falanges en sus dos manos producto de una tormenta. Él conoce bien el poder de la paciencia y la fortaleza interior para no declinar o morir en el intento. Una noche, con nuestra hija pequeña dormida, nos sentamos a conversar sobre la situación actual y su impacto en nuestras vidas. Al terminar la última copa de vino, sin darnos cuenta habíamos planteado nuestro propósito para esta pandemia: “De esta situación saldremos fortalecidos como familia”. Hemos escrito eso en un papel y lo hemos pegado en nuestro comedor (que hoy se ha convertido en nuestra oficina). Así que, desde ese día hasta hoy, nuestras decisiones más complicadas han sido pensadas para fortalecernos. No sabemos si saldremos pobres o ricos; no sabemos si enfermaremos o si saldremos más locos; la única certeza que tenemos es que, de esta situación, saldremos más fuertes. Y tú, ¿has conversado con tu equipo sobre cómo quieren vivir este proceso? ¿Has hablado con tu familia sobre cómo pueden fortalecer sus vínculos?
Me gustaría concluir este artículo con una frase de Viktor Frankl (quien fue prisionero de un campo de concentración nazi) que resume aquello en lo que creo y que me está ayudando muchísimo estos días: “Las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias”. Es entonces, en este contexto en la que debemos aferrarnos a ese pedacito de libertad y tomar esta crisis como una oportunidad para redefinir nuestras relaciones y nuestra historia.
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